Nació en Jueves Lardero, un 27 de febrero, hoy hace 84 años. El día de la tortilla. En su casa, la que tenía el “pianillo” del pueblo en el que trajeron al mundo, había baile. Su padre salió a dar la buena noticia a las mozas que, ya de mujeres, le recordarían esta anécdota.
Hoy he descubierto de donde le viene la afición al pasodoble a uno de los hombres que más admiro. Me he permitido colgar esta foto de hace un par de veranos. Se que no le gusta mucho… si la descubre espero que no se lo tome a mal y me lo cuente como una chiquillada, que hace tiempo que no le hago ninguna.
Las ineficiencias del sistema sanitario nos han regalado una interesante jornada de cumpleaños. Madrugar para (a pesar del colapso de transporte urbano) poder llegar con tiempo suficiente a la consulta, investigar cómo funciona esto hoy que venimos sin papelito que echar al buzón, observar los privilegios que da la influencia… y esperar pacientemente… No tenemos ninguna queja con la doctora, que se ha encargado de recordarnos que el sistema sanitario no falla.
Pero hemos detectado algunas ineficiencias. Son las que hacen que llevemos tres visitas a urgencias en mes y medio por culpa de una infección que no hay forma de curar. Las que hacen que por muy colapsadas que estén las calles de la ciudad, los ascensores del hospital sean el trayecto que más tiempo requiere… ya seguiré otro día que hoy solo quería agradecer al sistema por regalarme una mañana con mi abuelo.
A los dos nos hubiese gustado más pasarla cogiendo almendras, “mondando olivas” o, más apropiado para esta época del año, plantando unos ajos, pero… en buena compañía las rancias sillas de un triste pasillo son un buen sitio para pasar la mañana. Espero que el homenajeado opine lo mismo.
Que lo disfrutes con salud y el año que viene por estas fechas podamos contar otro.
4 respuestas a «ochenta y cuatro»
[…] lo dejo hoy. Mi abuelo no se conecta a Intenet y todavía tengo mucho que aprender de […]
Qué tierno, Alberto. Eso sí que es mirar el lado bueno de las cosas.
Un beso.
Gracias Lucía, no siempre se puede mirar el lado bueno, pero por lo menos intentarlo.
Un abrazo.
[…] El caso del hospital salió ligeramente por aquí en alguna ocasión. Si tienes hora en un momento de máxima afluencia y, por lo que sea, no vas a poder utilizar la escalera acude con tiempo. Las hordas de usuarios entrando en el ascensor cada vez que abre la puerta sin fijarse si sube o baja con la esperanza de llegar, en algún momento, a la planta donde está su consulta o la persona a la que van a visitar harán que cuando llegue a tu nivel no puedas entrar. Salvo que en una conjunción de planetas justo alguien tenga su destino en el lugar donde tú estás esperando. […]