A pesar de que con la escusa de la lluvia hoy he hecho pellas, sigo con la aventura de ir al trabajo pedaleando. Aprovecho la tarde gris para hacer unos números.
«Cuando puedes medir aquello de lo que hablas, y expresarlo con números, sabes algo acerca de ello; pero cuando no lo puedes medir, cuando no lo puedes expresar con números, tu conocimiento es pobre e insatisfactorio: puede ser el principio del conocimiento, pero apenas has avanzado en tus pensamientos a la etapa de ciencia»
No estoy muy de acuerdo con esta cita de Lord Kelvin que suele ilustrar catálogos de instrumentos de medición o los artículos de corte comercial firmados por jefazos de empresas calibración. Pero, ya que me he dado el capricho de instalar un velocímetro en la bicicleta os pongo algunos datos:
– El trayecto de casa al trabajo son algo más de 7 kilómetros. Poco más o menos lo mismo que la vuelta.
– Al ir tardo algo menos de media hora. Si me doy caña lo acerco a 20 minutos, pero no todos los días apetece pegarse la paliza. Aquí he de confesar que desde que descubrí una ducha que podía utilizar en el edificio en que trabajo el rollito «slow« se ha ido a tomar viento fresco: ropa ligera y a sudar, ya nos cambiaremos cuando lleguemos.
– La vuelta es más dura y me lleva un poco más de media hora. Algún día me he picado y lo he hecho en menos de 30 minutos, pero se hace muy cuesta arriba.
– La velocidad media acumulada es de 20 km/hora.
– La máxima supera los límites legales permitidos en vías urbanas… alguna cuesta abajo con los semáforos en verde he conseguido pasar de 50 kilómetros por hora… con algún pico que se acerca a 60.
– En bajada y sin dar muchos pedales es fácil pasar de 30 kilómetros por hora. En llano pedaleando a un ritmo tranquilo se superan los 20 sin problemas. Las subidas bajan la media. Con mucha pendiente cuesta mantener velocidades superiores a 10 kilómetros hora.
– Suelo cruzarme con un mínimo de entre 5 y 10 ciclistas todos los días. Se ve de todo, incluyendo algún «ejecutivo agresivo» uniformado con traje y corbata.
– En la puerta de mi centro de trabajo suele haber, al menos, una bicicleta a parte de la mía.
– Creo que he amortizado la mitad de la inversión, pero he de confesar que dejé de llevar la cuenta de los trayectos que hacía. Al principio me puse el objetivo de ir un mínimo de tres días por semana pedaleando. Desde que le perdí el miedo a la primera hora del lunes y a la «operación salida» de los viernes, salvo que llueva, voy todos los días pedaleando.
Todo esto el día después del mítico «no contamina, no gasta gasolina» del Bicivilízate (sí, estuve en Sol, pero a pie) y el día en que Antonio Lucio habla del tema en el Boletín de la Fundación CONAMA:
«Entiendo que la bicicleta como medio de movilidad a potenciar e introducir en la ciudad está ya de forma clara en la agenda de las instituciones municipales y de otras administraciones públicas»
4 respuestas a «En bici al curro: algunos datos»
A ver si algún día cuento yo también alguna de mis idas y venidas por Bilbao en bici cuando ando trabajando por aquí.
Los relatos de tus experiencias ciclistas siempre son interesantes y cuando se mezclan con trabajo acaban siendo grandes enseñanzas a apuntar: «disfruta dando pedales y mira lo bonito del paisaje que vas encontrando».
Espero impaciente.
[…] visto que las convocatorias ciclistas tienen que ser pasadas por agua. Por lo menos la del domingo pasado y la de […]
[…] visto que las convocatorias ciclistas tienen que ser pasadas por agua. Por lo menos la del domingo pasado y la de […]