Julen nos ha regalado unas reflexiones sobre la economía de la gratuidad. Si las juntamos con las de Alorza sobre lo 2.0, tenemos un terremoto de dimensiones blogosféricas. Me confieso incapaz de seguir la inmensa cantidad de enlaces, comentarios y artículos que juntan estas dos entradas (lo achaco a que suelo perderme las clases presenciales).
Las dos entradas son señales sobre la forma en la que está cambiando nuestra sociedad. Avisos de dos personas que observan y nos llaman la atención sobre nuestra forma de consumo (la fatal atracción de saber que no vas a ser timado) y la forma en la que recibimos la información (Blogs a cascoporro). ¿Qué le pasa al mundo? Los dos primeros enlaces nos dan información relevante sobre lo que está debajo, la capa que subyace a esas herramientas de difundir información capaces de crear necesidades. Y la forma de satisfacerlas.
Gratis implica ocultar trasladar los costes a otra parte: mano de obra, materias primas, impacto ambiental… ¿Hasta dónde? ¿Somos responsables o nos dedicamos a la Confusión Social Corporativa?
Como ejemplo de gratis solemos recurrir al ejemplo del software libre o servicios gratuitos a través de internet. Al final, en alguna parte, siempre aparecen personas, conectadas… Y aquí empezamos a encontrar límites. Los seres humanos necesitamos alimentarnos, las máquinas tienen una realidad material, hace falta energía para mantener las los ordenadores funcionando…
Independientemente de nuestro gusto por separar lo natural de lo artificial, los seres humanos y nuestros inventos somos producto de la sucesión ecológica: acumulación de información fruto de ciclos de materia movidos por flujos de energía.
Así me gusta creer que funciona en nuestro planeta. Simplificando lo necesario podemos decir que la cantidad global de material es constante mientras que un flujo de energía llega en forma de luz solar y se va disipando en distintos procesos. La energía solar evapora el agua, mueve el viento, permite la fotosíntesis… el éxito de los distintos seres vivos depende de su capacidad de captar esa energía para realizar los procesos que les permiten coger del medio los materiales necesarios para su desarrollo.
¿Que hacemos distinto los seres humanos? Nos inventamos mecanismos que nos permitan gestionar los movimientos de materia y energía en nuestras sociedades. Decía Ramón Margalef:
«Mi posición es de naturalista y podrá parecer heterodoxa a muchos de los presentes. Yo veo en la adopción de entidades de cambio, del dinero, un mecanismo de regulación que, biológicamente, sería equivalente al comportamiento territorial de muchos animales, fundamentalmente vertebrados, y aún podría encontrar a quien vería en ello ocasión para buscar alguna aproximación al espíritu de la colmena o del hormiguero.»
«Un hecho importante es que el instinto del territorio de nuestros más remotos antepasados animales desembocó en el dinero que organiza y desorganiza, a través de nosotros, los flujos de la biosfera y no sabemos bien dónde nos va a llevar. Realmente, nuestra sociedad debe enfrentarse con decisiones inaplazables, como lo son las que conciernen al manejo de un planeta que ya va estando superpoblado por nuestra especie.»
¿Se nos está escapando entre las manos?
«En la economía actual, el dinero cada vez circula más por motivos especulativos y menos como contrapartida del intercambio de bienes y servicios. Esto hace que el sistema socio-económico sea cada vez más impredecible. Y el aumento de la impredictibilidad es una de las principales amenazas para nuestra especie.«
¿Podemos hacer algo por seguir desarrollándonos infinitamente en nuestro finito medio?
«Las desigualdades deberían reducirse y el territorio debería organizarse en un retículo que garantice la conservación de biodiversidad. Habría que acoplar producción de alimentos y tratamiento de residuos y fertilización, especialmente en los océanos. Habría que reducir el transporte y diversificar los núcleos de población, es decir, los posibles contactos individuales. Y, sobre todo, controlar y restringir el flujo de energía. Margalef sabía que el momento actual es de competencia y expansión y que lo importante sería llegar a los momentos difíciles con ideas para afrontarlos.»
¿Es hora del decrecimiento? No tengo ni puñetera idea: tanto por leer y tanta confusión en la noche…
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El esquema sale de un trabajo de aquellos maravillosos años, basado en lo que leíamos entonces.
4 respuestas a «Lo gratuito, lo 2.0 y lo sostenible»
No sólo te perdiste las clases presenciales. También el arroz, los paseítos, el cachondeo… Hasta la próxima. Besos.
Buenas Noe, a eso me refería con las clases presenciales, que no sólo de wikis y blogs vive el hombre… a ver si me puedo apuntar a alguna pronto.
De todas formas, creo que estamos en período de confusión y tránsito. Lo que no sé es si habrá otro tipo de períodos en este planeta. Sólo queda pensar y ser activo.
Julen, seguramente todos los periodos son de confusión y tránsito. Por muchos esfuerzos que le dediquemos a evitarla la incertidumbre está siempre ahí. Pensar y ser activos… proactivos contra el estado de shock.
Gracias por tus comentarios… y por mantenernos pensando y activos.