Está visto que las convocatorias ciclistas tienen que ser pasadas por agua. Por lo menos la del domingo pasado y la de este.
Lo cierto es que hoy no tenía excusa, así que… he vivido mi primera experiencia ciclista chispeando y con el suelo mojado. Comprobado: resbala. Un frenazo en un semáforo me ha demostrado que mi bici no agarra mucho.
También he comprobado que no es bueno dejarse guiar por uno al que la afición a las dos ruedas le viene de la moto. Una buena conversación bien merece un poco de riesgo, pero…
Igualmente, he podido constatar que el agua no le sienta bien a mi bici. Últimamente, el manillar me sonaba de vez en cuando, pero esta mañana no nos ha dejado tranquilos, parece que le va el jaleo.
La experiencia ha sido agradable, pasear por Madrid sin coches siempre es interesante. Pero hoy la sensación era especialmente extraña. Al principio me sentía un poco culpable de robarle el espacio a los coches y los peatones, pero pronto lo he entendido. Han sido necesarios los improperios de algún conductor impaciente en un cruce para darme cuenta de lo que estábamos haciendo: manifestarnos.
El paseo de esta mañana no era más que eso, una manifestación. Ciudadanos protestando, reclamando derechos. Por eso la policía, las calles cerradas al tráfico y los peatones temerosos de cruzar entre la multitud. Lo extraño es que en vez de ser en el Paseo de la Castellana con final en Sol, era en «el barrio».
El barrio entre comillas porque he de confesar que sólo conocía a dos personas. Y por motivos de trabajo. El eje Arturo Soria – Hermanos García Noblejas presenta un gradiente norte – sur que siempre me ha llamado la atención. Hacía tiempo que no era consciente de ello, tal vez decidí olvidarlo fruto de la indignación que me causaron los planes para «reorganizar» el distrito.
Lo cierto es que los cuatro cuadrantes que definen esa calle y su cruce con Alcalá son cuatro realidades sociales bien distintas. Tal vez la posibilidad de desplazarnos en bicicleta ayudase a acercar a la gente y a conseguir un mayor calado de iniciativas como esta.
Lo mejor de andar con el tráfico parado es que se puede ir con los niños, convirtiendo la reivindicación en una actividad familiar. Creo que esa es la clave. No basta con ir todos los días al trabajo, hay que inculcar a los pequeños que la ciudad puede recorrerse sin necesidad de ir en coche.
Me decía Ana que hoy había poca gente, seguramente por la lluvia. Era mi primera vez y no puedo comparar, pero me reafirmo en los motivos que me animaron a participar. El otro conocido venía más del norte todavía, del otro lado de la sierra. Saludar a Antonio Lucio y charlar un rato con él ha alimentado cierta ilusión naïf que seguía sin aparcar, a pesar de que la prórroga para dejarla de lado caducó hace cuatro semanas… ¿Me lo cruzaré alguna mañana por Ascao?
Con todo, lo que más ilusión me ha hecho es que viniese mi pareja a animar, a ver si la próxima se apunta y viene dando pedales.
4 respuestas a «Por la bici en Ciudad Lineal»
Iré, pero me tienes que dejar una bici que yo no tengo.
Eso está hecho.
Besos.
[…] hasta que se me ha salido la cadena pasado Callao. Aquí ha empezado una clase teórica sobre ruidos en la dirección, ejes pedaleros y otro montón de […]
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