Esta no sé si va de lonchafinismo, economía del cariño o es puro spam, ustedes me perdonen.
El caso es que no parece común. El otro día un amiguete al que llevé al sitio en cuestión me dijo que por debajo de 9’50, en la zona, difícil.
Se trata de un restaurante en Juan Álvarez de Mendizábal 44, a medio camino entre Plaza de España y Moncloa. No sé si es precio de crisis o se debe a la necesidad de atraer clientela por su reciente apertura. El caso es que tienes primero, segundo, bebida y postre por un módico precio. Te dan conversación si la buscas y te alegran el día si lo necesitas: algún chascarrillo o el arroz con leche te sacarán la sonrisa.
Las comparaciones son odiosas y madre sólo hay una, así que no entro en este terreno. Comida casera, platos para alimentar el cuerpo y el alma. Nada especialmente sofisticado, pero más completo y diverso que otros ranchos que me vienen al recuerdo. El personal curioso e interesante, como corresponde a los locales con encanto… y van haciendo parroquia.
Disfrútenlo antes de que lo descubran en de cucharete y se llene aquello de blogueros hambrientos.
Y déjeme un hueco que lo mismo aparezco a eso de las 15:30.