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Revolución Cantona, la crisis y el poder de la masa.

La prensa, el feisbuc, los foros… la revolución de Cantona está en todas partes. Está predicando una nueva forma de cambiar el mundo: bastaría con sacar el dinero del banco. La idea no es nueva, desde hace unos años está convocada una huelga de ahorros que anima a la retirada mensual de, al menos, una cantidad simbólica cada mes. La cita, esta vez, es para el próximo 7 de diciembre. Lo nuevo es que el pasado domingo salió en las noticias (minuto 30 aproximadamente).

Sacar el dinero del banco no va a resolver la crisis. Las entidades financieras tienen formas de impedir que sus clientes retiren todo el dinero a la vez y, en el hipotético caso de que facilitasen a todos los clientes la cantidad demandada, disponer de una cantidad de efectivo importante también podría suponer un problema para el ciudadano medio: los billetes no se comen y los colchones no parecen ser el sitio más seguro para guardarlos.

Estamos viendo perder a distintos países europeos su soberanía nacional a cuenta de la deuda monetaria. Hasta fechas recientes esto parecía cosa del tercer mundo. Como mucho de Argentina. Pero Grecia e Irlanda ya no controlan su política económica. Se han visto obligados a cederla a los organismos europeos e internacionales. Los «mercados» han forzado esta situación y parece que seguirán forzándola en otros lugares. Es el fin del poder distribuido, si es que alguna vez existió algo que se pudiese llamar así.

La retirada de una cantidad simbólica por parte de un número importante de personas podría ser una llamada de atención. Un aviso de que hemos entendido el mensaje y de que somos conscientes del poder que los ciudadanos podríamos llegar a tener. Si no fuese porque, a pesar de nuestra capacidad de compartir información a través de las herramientas sociales de internet, tenemos delegado el poder en unos pocos políticos que no tienen más remedio que seguir las «recomendaciones» del FMI o ceder directamente la gestión de sus políticas económicas a los organismos internacionales.

Nos predican el colapso del sistema como oportunidad para empezar de nuevo. Pero necesitamos comprender por qué ha fracasado este modelo de desarrollo para no repetir la Historia. A medida que pasa el tiempo las posiciones se radicalizan alrededor de las estructuras de poder político y económico que, con el único objetivo de perpetuarse en el tiempo, siguen dividiendo y enfrentando a la sociedad. ¿Intentan hacernos olvidar que seguimos siendo actores imprescindibles en nuestro propio destino?.

Estamos ante una oportunidad única de transición ¿qué queremos dejar por el camino?.

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