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Consumo sostenible

No tengo ahorros en Bankia, los tengo en Triodos.

Supongo que a cuenta de la inquietud generada por la nacionalización de Bankia (imprescindible audio del análisis de Paco Álvarez en Radio Nacional), las entradas dedicadas a mi experiencia con la inmobiliaria de Caja Madrid y el paso de mis ahorros de Bankia a Triodos están recibiendo más visitas de lo normal, según las estadísticas. Así pues, a pesar de que no es la línea principal de este blog, toca actualizar un poco sobre el tema, tal vez empezando por la pregunta clave ¿tiene algo que ver el sistema financiero con la sostenibilidad?

La respuesta es sí. Por más que nos empeñemos en planificar un crecimiento económico ilimitado, la realidad física que lo sostiene es limitada. Por eso no es correcto pensar en crecimiento sostenible: la sostenibilidad se define en términos de desarrollo humano, que, en nuestra situación actual, puede implicar decrecimiento. Pero no sólo eso, el dinero, en el modelo social en el que vivimos, es el canalizador de las decisiones políticas. Muchas se toman exclusivamente con el objetivo de hacer más dinero y otras no salen adelante por no contar con el apoyo del capital. Por eso, dónde pongamos nuestros ahorros va a influir decisivamente en nuestro propio futuro. Podemos dejar que nuestro dinero lo maneje una entidad que se va a dedicar a inflar la burbuja del ladrillo, la industria armamentística o la corrupción política.

O podemos buscar una banca ética que genere beneficios sociales y ambientales a través de la inversión responsable. No es lo mismo financiar una iniciativa de agricultura ecológica en un modelo de subsistencia, que financiar a una multinacional que pretende hacerse con el control de la alimentación mundial. En primer modelo genera una economía distribuida, donde nuestros ahorros nos permiten seguir accediendo a productos básicos y de calidad. El segundo caso deja nuestros ahorros a merced de una organización que acabará por controlar el precio de los alimentos, dejándonos sin comer gracias al rédito de nuestro propio esfuerzo por subsistir.

Sí, podríamos hablar de la obra social de las cajas de ahorros, que está quedando huérfana a cuenta de la crisis, pero que durante años ha servido para lavar la imagen y conseguir la mejor foto, a ser posible con el político de turno. Promoción de la entidad a cuenta de una inversión supuestamente social, cultural o ambiental. Plazas de voluntariado para realizar trabajos que la Administración autonómica debería incluir en su presupuesto y en su plantilla de personal. Financiación de proyectos que se adjudicaban para hacer socios estratégicos.

Adicionalmente a los efectos del capital sobre el modelo de desarrollo o la toma de decisiones políticas, tenemos la cuestión sobre la información al usuario. Uno de los efectos colaterales de la fiebre especulativa de los últimos años, ha sido la proliferación de productos de inversión cuyos mecanismos difícilmente son comprensibles al ciudadano medio y su objetivo es más que dudoso. El botón de muestra son las participaciones preferentes, que han drenado los ahorros de miles de personas hacia los agujeros negros de los balances de las entidades financieras. Quizá sea que la toalla bien lo vale. Pero lo más opaco sigue siendo la cartera de «activos» inmobiliarios. Esa bolsa de pisos de venta o alquiler que siguen manteniendo un precio medio artificialmente elevado gracias a las inyecciones de dinero público: nuestros ahorros, e impuestos, destinados a dificultar el derecho de acceso a una vivienda digna. Y todo esto sin hablar del FROB.

Tal y como están las cosas, nadie me garantiza que mis escuálidos ahorros sobrevivan o mantengan su capacidad de compra actual. También es cierto que sigo operando a través de una segunda entidad con la que gestiono ingresos y pagos, por aquello de diversificar. Pero mis ahorros no los tengo en Bankia, los tengo en Triodos (a pesar de que su banca internet no se lleva muy bien con el software libre, pero eso es otra historia).

2 respuestas a «No tengo ahorros en Bankia, los tengo en Triodos.»

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