Por una evaluación ambiental transparente del fracking.

Lo he hecho. He iniciado una campaña en Change.org. Sí, es mi primera vez. Y el motivo principal es que no sabía cómo encauzar esto: me inquieta el fracking.

Sí, he leído todo lo que debería saber sobre el fracking, y un montón de argumentación a favor de la técnica de fracturación hidráulica para la extracción de gas de esquisto (o pizarra según las fuentes), pero tengo muchas reservas. Y quiero pedir a al comisario europeo de medio ambiente que intervenga antes de que sea demasiado tarde.

Estas son algunas de mis dudas sobre el fracking (por si me las aclara o me las amplía alguien):

• Por un lado están los riesgos ambientales de la explotación del gas pizarra. La técnica deja muchas dudas, especialmente cuando consigue que la Administración competente en materia ambiental haga la vista gorda, proponga rodeos para el cumplimiento de la legislación aplicable o, directamente, se plantee la posibilidad de crear una normativa a la medida de la actividad. Algo que no sería necesario si se aplicasen correctamente los medios disponibles para la evaluación ambiental del fracking.
• El riesgo sísmico, que algunos niegan, es, para otros, una de las desgracias que trae consigo el fracking. Y ya tenemos experiencia sobre sismicidad inducida a cuenta de jugar con el agua.
• También está el impacto sobre el paisaje. A la vez patrimonio único y recurso: cumple la función de conectarnos con el pasado y garantizar un futuro a largo plazo, resume la relación de las distintas especies con su medio e ilustra el manejo que hacemos de los ecosistemas. El paisaje podría ser una de las principales víctimas del fracking ¿merece la pena la promesa de unas décadas de gas no convencional a cambio de nuestros valiosos paisajes? ¿compensa sacrificar Doñana por un poco de gas natural?
• Y el modelo energético. Dicen que sería una forma de liberalización del monopolio energético. Pero lo cierto es que para eso haría falta voluntad política y, en un país en el que los presidentes del gobierno y cargos con responsabilidad política se «jubilan» en las grandes compañías eléctricas, parece difícil que se aprueben las normas que acabarían con los oligopolios.
• Como todo lo que nos imponen a cuenta de la crisis económica y el paro, el fracking huele mal. Sería interesante que se hiciese un ejercicio de transparencia y consulta pública, de modo que realmente pudiésemos estar informados y participar en la toma de decisiones. ¿Hay alternativas más rentables?
• En el mismo sentido nos hablan de reducción de costes, cuando lo más barato para todos los ciudadanos y las empresas sería una buena normativa de balance neto, que permita a cada uno generar la energía que consume en el tejado de su casa o en la fachada de la oficina, inyectando al sistema los excesos de producción y recibiendo una compensación a cambio. La exploración, explotación, transporte e infraestructuras para el fracking suponen una inversión muy elevada. Quizá esa inversión se podría hacer en un sentido que permitiese garantizar un sistema de generación distribuida. Si metemos en el balance del fracking los costes ambientales, incluida la alteración de acuíferos, la alteración del paisaje y los riesgos de daño a ecosistemas… es difícil que las cuentas cuadren.
• No he visto evaluación de alternativas. En 2010 decía el Defensor del pueblo «La evaluación ambiental está pensada no para alcanzar una declaración de viabilidad ambiental de los planes y proyectos sino para evitar agresiones a la naturaleza”. Me inquieta que el Gobierno esté flexibilizando la legislación a favor del fracking, mediante un modelo de control ambiental a medida de la actividad, sin evaluar previamente la necesidad esta forma de explotación de recursos, o si el impacto y los costes que genera compensan los hipotéticos beneficios.
• Parece que desde Bruselas no tienen tan clara la revolución del gas de esquisto. Como recuerda Txema en su comentario a esta entrada, la Unión Europea lazó una consulta pública al respecto, los documentos de base están disponibles aquí.

En resumen, que creo que podríamos ponernos de acuerdo en un modelo energético en el que el fracking y sus impactos ambientales no fuesen necesarios. Que podríamos generar mucho empleo y reducir el coste de las familias potenciando la industria que hiciese factible y económicamente viable que cada ciudadano y cada empresa generasen la electricidad que consumen en su tejado. Y que me falta mucha información para saber si esto del fracking es la panacea o una nueva forma de enriquecer a unos pocos a costa del interés general (y poniendo en peligro un modelo de desarrollo más sostenible).

Por todo eso, estoy pidiendo firmas para llamar la atención del comisario europeo de medio ambiente y pedir su intervención para que, al menos, podamos contar con una evaluación ambiental transparente del fracking en España.

¿Te apuntas?

Actualización: Si te faltan motivos puedes encontrar alguno más en el documento que Carlos recomienda en su comentario.

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La imagen es de Rubén García Colsa y puedes verla, entre otros sitios, ilustrando esta interesante reflexión.