Que España se convierta en el segundo país del mundo con más Reservas de la Biosfera de la UNESCO, es una noticia que tiene muy buena pinta. A pesar de que cerremos instituciones dedicadas a la investigación de la sostenibilidad, parece que hay espacios de nuestro territorio destinados a experimentar con ella. Porque, básicamente, una Reserva de la Biosfera es el reconocimiento del Programa sobre el Hombre y la Biosfera de la UNESCO (Programa MaB) a espacios de alto valor natural con presencia de actividad humana, al objeto de dar visibilidad a modelos sostenibles de integración del hombre en la naturaleza. Para ello deben cumplir tres funciones:
- Conservación: contribuyendo a la conservación de los paisajes, los ecosistemas, las especies y la variación genética.
- Desarrollo: fomentando modelos de desarrollo económico y humano sostenibles desde los puntos de vista social, cultural y ecológico.
- Apoyo logístico: prestando apoyo a proyectos de demostración, educación y capacitación sobre el medio ambiente, e investigación y observación permanente en relación con cuestiones locales, regionales, nacionales y mundiales de conservación y desarrollo sostenible.
El reconocimiento de la UNESCO, por si mismo, no es una figura de protección y tampoco impone restricciones específicas. Son las normas locales las que establecen las condiciones de conservación. Según el artículo 67 de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, las Reservas de Biosfera deben respetar las directrices y normas aplicables de la UNESCO.
En este sentido, en el territorio de la reserva se integra por:
- Una o varias zonas núcleo: son espacios naturales protegidos (estos sí, por la legislación local correspondiente), con los objetivos de preservar la diversidad biológica y los ecosistemas, que cuenten con el adecuado planeamiento de ordenación, uso y gestión.
- Una o varias zonas de protección de las zonas núcleo: permiten la integración de la conservación de la zona núcleo con el desarrollo sostenible en la zona de protección, a través del correspondiente planeamiento de ordenación, uso y gestión, específico o integrado en el planeamiento de las respectivas zonas núcleo.
- Una o varias zonas de transición entre la Reserva y el resto del espacio: permiten incentivar el desarrollo socioeconómico para la mejora del bienestar de la población, aprovechando los potenciales y recursos específicos de la Reserva de forma sostenible, respetando los objetivos de la misma y del Programa Persona y Biosfera.
Para el territorio reconocido como Reserva de la Biosfera deben existir estrategias específicas de evolución hacia objetivos de conservación, con su correspondiente programa de actuación y un sistema de indicadores, destinado a valorar el grado de cumplimiento de los objetivos del Programa MaB.
Por último, las Reservas de la Biosfera deben cuentan con un órgano de gestión responsable del desarrollo de las estrategias, líneas de acción y programas.
Más información entre los contenidos de la exposición del CENEAM y en el apartado de Reservas de la Biosfera de la web del MAGRAMA, entre otros.