Para Madrid, si todo sigue igual, la Semana Europea de la Prevención de Residuos será la tercera seguida de huelga indefinida en los servicios de limpieza viaria y jardinería. La cuestión me ha dado para un post algo más largo de lo normal y continuación del de ayer.
Barreneros en huelga y basura en las calles
El motivo de la huelga: los despidos y reducciones del 40% del salario a los trabajadores de las nuevas concesionarias del servicio.
Para cualquiera que siga la noticia en la televisión pública, pudiera parecer que es el caos. Conviene recordar que los servicios de recogida de basura funcionan correctamente: todos los días se retiran los contenedores. Los que están en huelga son los barrenderos, por lo que los únicos residuos que se acumulan en las calles son los que los madrileños depositan donde no deben y las hojas de los árboles.
En algunos lugares, donde la capacidad de los contenedores ya era insuficiente antes de la huelga, donde los servicios mínimos no dan abasto para recoger lo que los transeúntes y sus mascotas dejan en el suelo, o allí donde los piquetes se han cebado especialmente, sí se acumula la basura. Pero la mayor parte de la ciudad no está mucho más sucia de lo que estaba habitualmente (ni peor asfaltada, ni con más agujeros en las aceras, ni…).
El viento y el «efecto rincón» hacen lo suyo, no nos vamos a engañar, pero si dejásemos las litronas y las latas en los contenedores (que puntualmente recogen los servicios de basura) y limpiásemos las caquitas de los perros, lo único que se amontonaría en la calle serían hojas que el viento arrincona donde menos molestan.
Distribución del gasto público
Mientras que el Ayuntamiento, a través de las nuevas contratas de limpieza, pretende recortar gasto público despidiendo a más de mil trabajadores y reduciendo el 40% del sueldo a otros 5.000, gasta anualmente un pastizal en cargos de confianza. Personas designadas a dedo sin experiencia ni horario. Mal de muchos epidemia, en toda España nos dejamos 850 millones de euros en asesores.
Por ejemplo sabemos que, en el ámbito autonómico, la Comunidad de Madrid a presupuestado casi 12 millones de euros para 171 personas puestas a dedo. 70.000 euros por barba. ¿Cuantos operarios de limpieza urbana (maestros, vacunas contra el neumococo, pruebas del talón…) se pueden pagar con ese dinero?
Asesores ¿qué hacen?
Pues eso me pregunto yo. Los del Ayuntamiento de Madrid en particular se cubrieron de gloria con el relaxing cup (¿era necesario este ridículo global habiendo traducción simultánea?). Hay otras cagadas míticas como la de la diversidad en la molécula de agua (medio ambiente y cargos políticos, daría para otro blog). Nos duela o no, las brillantes intervenciones de la máxima representante de los madrileños son fruto de la labor (por obra u omisión) de sus asesores. No digo que le escriban directamente los discursos, en muchos se nota que son obra del último becario de alguna subcontrata municipal, pero algo tendrán que ver con la forma en la que el ayuntamiento afronta los retos de gestión.
Se supone que ese personal de confianza, el que cuesta (de media) 70.000 euros por persona, está allí para que la alcaldesa haga mejor su trabajo. Pero, o no tienen en muy buena estima a su lideresa, o algo falla.
¿Salir diciendo que va a mandar a barrer a los empleados de una empresa que está en pleno expediente de regulación de empleo? Como era evidente, los sindicatos de Tragsa ya han dicho que no van a poder recoger la basura de Madrid. En cualquier caso ¿qué pensaba hacer el Ayuntamiento? ¿traerse a los retenes forestales de toda la geografía nacional a darle a la escoba en el barrio de Salamanca? ¿cuanto podría costar eso en desplazamientos, alojamiento…?
Lo más grave es que nadie se dio cuenta de que el recorte en el servicio de limpieza viaria era, necesariamente, a cuenta de las condiciones laborales de los trabajadores. O que les da igual y que su única prioridad es mantener el nivel de vida del pobre Carromero y sus amigos.
En lugar de velar por el interés público, estos asesores se han encargado de mantener la salud financiera de aquellas empresas en las que podrán colocarse cuando se acabe la legislatura. Y no está de más recordar que todas las empresas implicadas en el ERE aparecen en los papeles de Bárcenas.
Servicios públicos, lucro y ahorro.
Una de las dudas que me asalta es ¿qué ahorro conseguimos con la externalización de servicios públicos? Analizado fríamente, el servicio de limpieza urbana, tal y como está planteado, no es más que un gasto. ¿Se puede sacar algún beneficio monetario de barrer las calles? Seguramente sí, pero requeriría una política de gestión de residuos nunca vista en España. Lo que toda es dar dinero público para que alguien retire nuestra basura.
Simplificado hasta el ridículo, el servicio de limpieza urbana de Madrid son 6.000 personas puestas en la calle todos los días con una escoba y un cubo de basura. Los compre quien los compre, los cubos de basura y los cepillos tienen un precio con poco margen de maniobra. La variable para el ahorro es el salario del trabajador. Así, para reducir costes las concesionarias pueden reducir el suelo del barrendero, disminuir el número de barrenderos o las dos cosas a la vez, que es lo que quieren hacer en este caso.
Otra alternativa sería contratar directamente la mano de obra, en función de las necesidades del momento, como personal laboral. Ahorro inmediato: el Ayuntamiento dejaría de gastar el margen de beneficio de cada una de las empresas (sospechosas de participar en bailes de sobres) a las que ha adjudicado la licitación. Pero claro, no habría cargos directivos que ocupar en estas empresas y daríamos poder a funcionarios, que han demostrado (aprobando una oposición) que saben de aquello a lo que se dedican. ¿Se un servicio servicio llevado por personal independiente y con conocimiento sobre la materia que gestiona? Supondría que los 6.000 puestos de trabajo de las personas que barren las calles dejarían de estar manejadas por un cargo político en función de los intereses de la familia del partido que le pone a dedo en su puesto.
Del conflicto laboral al conflicto social.
Así las cosas, queda ver si los sindicatos saben hacer su trabajo. Veremos si, además de quedarse con el dinero público destinado a la formación, son capaces de aprovechar las oportunidades que les llueven del cielo.
En lugar de plantear la reivindicación como una cuestión sectorial, un problema particular de un número reducido de personas en comparación con el total de la población (tan maltratada por las cifras del paro), pueden movilizar a la opinión pública para cambiar el enfoque de los recortes que estamos sufriendo.
En su contra está el papel de desinformación que juegan los medios de comunicación al servicio del poder. Especialmente patético el tratamiento informativo del conflicto que se hace con dinero público. Desgraciadamente son muchos los ciudadanos que viven y opinan la realidad en función de lo que ven en televisión. Pero en este caso es muy fácil salir a la calle a contrastar el sensacionalismo de las noticias.
Está por ver si existen organizaciones sociales capaces de abrirnos los ojos y provocar los cambios necesarios para hacer efectiva la participación de los ciudadanos en los procesos de toma de decisiones.
Efectos didácticos de la huelga
Como siempre hay que mirar el lado positivo de las cosas, creo que esta huelga tiene importantes efectos didácticos:
- Por fin nos daremos cuenta de la importancia de dejar la basura dentro de los contenedores.
- ¿Hemos aprendido que para gestionar mejor los residuos hacen falta más contenedores?
- Ejemplifica el orden de prioridades de la clase política en esto del reparto del gasto público.
- Ilustra claramente relaciones de servilismo y clientelismo, así como conexiones entre poder económico y poder político.
- Nos permite cuestionar si necesitamos gastar el dinero de todos los contribuyentes en que nos laven el cerebro con desinformación que podemos contrastar con salir a la calle.
- La evolución del conflicto nos dirá en qué medida hemos abandonado la capacidad de encontrar soluciones sociales a problemas sociales.
Y todo esto sin hablar de la responsabilidad ampliada del productor y de por qué creo que no deberíamos pagar un duro en impuestos o tasas relacionadas con los residuos, eso será en otro post, que este ya es demasiado largo y ya he consumido mi tiempo bloguero (y el tuyo) del día de hoy.
3 respuestas a «Qué queremos ¿barrenderos o altos cargos?»
Se refiere a un altercado ocurrido un día después de la huelga. Pero no ardió nada. Dos vehículos de la empresa de servicio de limpieza acabaron con las ruedas pinchadas ese día. Ocurrió, efectivamente, allá arriba: en pueblo de Hortaleza. Allí el ambiente no es tan idílico. En la calle de Liberación, una bolsa de basura pende sobre una silla abandonada. Hay cartones, plásticos, botellas, dos pares de botas que caminan sueltas, y también críticas contra los barrenderos. “Arrojar basura debería ser motivo de despido procedente. Así no se consigue nada”, espeta una vecina que prefiere no decir cómo se llama.
Al final, como pronosticaba la nota del periódico, no ardió nada.
Al menos los trabajadores consiguieron reducir significativamente la magnitud del atropello.
Gracias por el comentario.
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