Los australianos se han puesto serios con el problema de los residuos de envases. Abrieron brecha los ecologistas, señalando con el dedo: el problema lo generan quienes comercializan bebidas en envases de un sólo uso. No es sólo que los envasadores de refrescos pongan en el mercado productos que se convierten en residuos, es que presionan para que la legislación sea favorable a sus intereses y les evite las molestias y el coste de hacerse cargo de esos residuos.
El impacto del abandono de residuos de envases lo dejaron claro con este impresionante video:
La novedad es que el primer ministro de Nueva Gales del Sur, Mike Baird, ha anunciado que en 2017 se empezará a pagar por las latas. Quizá no sea más que una promesa electoral, como las muchas que escuchamos en España estos días a cuenta del debate sobre el estado de la nación. Pero es un paso en un territorio que parece apostar por un sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) para limpiar playas, ríos y parques de envases de bebidas.
En nuestro país, a pesar de que las cuestiones sobre medio ambiente no suelen aparecer entre las prioridades electorales, sería un buen momento para investigar qué modelo de gestión de residuos se proponen los distintos grupos de cara a las citas con las urnas y las próximas legislaturas estatal, autonómicas y locales. El coste ambiental, económico y social de nuestra basura no es despreciable y las consecuencias de una mala gestión de residuos las vamos a sufrir todos los días.
2 respuestas a «El retorno de envases se abre camino en Australia»
Yo estuve en Australia en el año 2005. Me llamó poderosamente la atención la forma de atender a las necesidades del entorno en cuanto a ecosistema habitado por otros inquilinos no humanos, tanto como el empoderamiento de las comunidades sociales a distintos niveles sobre su territorio, como propiedad no del conjunto de ciudadanos sino de los habitantes reales de cada lugar y cada momento.
En concreto, en una pequeña localidad del centro de Australia, del tamaño de una de nuestras nuevas urbanizaciones, la bienvenida consistía en una pancarta rústica a la entrada que rezaba: «Pueblo libre de bolsas de plástico» Y lo era. Al aprovisonar nuestras caravanas en el supermercado, se nos ofreció la posibilidad de comprar lo que actualmente llamamos bolsas de rafia o reutilizar las cajas de cartón de las existencias. Contundente. Sin remilgos. Sin preguntas, ya ibas avisado.
Muchas gracias por tu comentario Cristina, un buen ejemplo de autonomía local, aquí parece que sólo interesa para trincar.A