Todavía no tengo muy claro quién se llevará mi voto en las próximas elecciones autonómicas y locales. No me siento identificado con un partido concreto y soy de la opinión de que no se vota para «ganar», se vota para que te representen… y ciertamente está complicado encontrar en las listas, al menos en la parte alta, alguien con capacidad de representar algo más allá de los intereses turbios que lo subieron hasta allí. Así pues, en esto de elegir representantes procuro ser práctico: si me prometes eliminar el servicio militar obligatorio te voto. Pero si te ríes en mi cara con un tema que me interesa especialmente, pues va a ser que no.
Y eso es lo que hicieron la semana pasada con su paseo en bici Esperanza, Cifuentes y Rajoy: reírse en la cara de todos los madrileños. En primer lugar porque reeditaron la foto que cuatro años antes se habían tomado los hoy caídos en desgracia Gallardón, Cobo y Botella.
Quizá esperan que les dé el mismo resultado en las urnas, pero para mí es una muestra de desprecio: utilizar las mismas promesas incumplidas que en aquella ocasión en el mismo escenario, símbolo de muchas cosas, entre otras del desprecio del partido al que todos ellos pertenecen a la legislación ambiental y los procedimientos de evaluación de impacto.
Pero es que además los ciudadanos normales y corrientes tenemos prohibido circular en bicicleta a más de 6 kilómetros por hora en ese parque. Y me da que la melena al viento de Cifuentes revela la superación de este límite. Por cierto todos monísimos sin casco y de blanco, menos la Espe, menuda es ella, con su polo amarillo. Del impacto en redes sociales no hablo, pero las recopilaciones de fotos retocadas choteándose del paseito son dignas de hacérselo mirar.
El discurso incoherente de las candidatas y su líder mezcla y confunde conceptos que hay que tener bien claros a la hora de planificar la movilidad urbana y el uso de la bicicleta en una ciudad como Madrid. No es lo mismo pedalear para hacer deporte que el ciclismo de competición, ni el uso recreativo que el que se hace de la bici como medio de transporte. Pero mola mezclarlo en un discurso lleno de palabras bonitas como deporte, salud y sostenibilidad, pero que no puede ocultar, ni en el fondo ni en la forma, que lo único que importa es mantenerse en el poder.
Si se supone que el servicio de bicicletas tiene por objetivo la movilidad sostenible, lo deseable es que se utilice para realizar desplazamientos por la ciudad sustituyendo vehículos más contaminantes o más costosos para el conjunto de la sociedad. Dar un paseo por Madrid Río no es precisamente un ejemplo de este uso. Quizá algún privilegiado pueda hacer algún trayecto atravesando este espacio, pero el común de los que pedalean por el parque lo hacen en un claro disfrute turístico / recreativo. O deportivo, no sé si será «cardiosaludable», pero pedalear por Madrid Río a menos de 6 kilómetros por hora es una actividad que tiene una combinación de estrategia y paciencia digna de un buen ajedrecista.
Lo grave del caso no es el uso que le den los políticos a las bicicletas de BiciMAD. Sobre cosas peores se fotografían, así que no hay nada de malo en que lo hagan en el sillín de una bicicleta eléctrica. Lo triste es cómo el partido al que pertenecen ha gestionado la movilidad en la ciudad. Sí, hay que reconocerle pasos tan importantes como pintar un círculo que pretende limitar a una velocidad a 30 kilómetros por hora en tramos de calles en los que no se vigila a qué velocidad circulan los coches y el ciclista medio superará fácilmente los 40 o no será capaz de llegar los 15.
O ejecutar aceras bici, sin respetar lo planificado y sometido a participación ciudadana, que comunican nada con ninguna parte, dejan vendido al usuario cuando llega a un punto de tráfico complicado o, directamente, generan un conflicto de uso entre los peatones, los ciclistas y los camiones de reparto… con lo bien que nos vendría que el dinero público se gastase en vertebrar barrios y humanizar la ciudad.
En definitiva, que si algún candidato quiere pedir mi voto argumentando su preocupación por el medio ambiente y la movilidad sostenible, en vez de salir a darse un paseo por Madrid Río lo que tiene que hacer es marcarse un trayecto Aluche – Julian Camarillo o San Blas – María de Molina, sin cortar el tráfico y en hora puta de día laboral: demostrar que es consciente de lo que implica utilizar la bicicleta, las aceras o el transporte público en el día a día.
No es un deporte,
es mi medio de transporte.