Si me lo permiten quería volver al oscuro tema de las emisiones de los vehículos de Volkswagen. Ahora resulta que además de los parámetros para otros contaminantes también superan los valores para dióxido de carbono (CO2). Pero la prensa y los medios de aborregación de masas apuntillan cada información al respecto con una coletilla «la marca recuerda que los vehículos son absolutamente seguros y aptos para circular». Supongo que la idea es repetir la mentira hasta la saciedad para que nos la creamos. Pero, señores periodistas, lo cierto es que ni son seguros ni son aptos para circular, dejen de hacerle el juego a la marca.
Quizá los ocupantes del vehículo no corran un riesgo físico de accidente de circulación, pero son parte de los afectados por las emisiones de contaminantes relacionados con enfermedades causantes de la muerte prematura a unas 27.000 personas al año en España. Y no sólo eso, emiten más gases de efecto invernadero de los permitidos, agravando uno de los principales desafíos que afronta la humanidad en este momento.
Llámeme caprichoso, pero un vehículo que contribuye a deteriorar la salud de todas las personas, causando la muerte a varios miles, y participa en cambiar las condiciones atmosféricas que permiten la vida tal y como la conocemos, como que no se me antoja muy seguro.
En cuanto a la aptitud para circular me ocurre lo mismo. Sí, parece que el motor que falsea las emisiones es capaz de mover bien el vehículo que lo monta por las carreteras. Pero, en teoría, para circular hay que cumplir una serie de obligaciones mínimas. Entre ellas las relativas a emisiones. Así pues, un vehículo que supera las emisiones atmosféricas permitidas no se considera apto para circular. Y no lo sería si no fuese porque durante las pruebas que determinaron esa aptitud se hicieron trampas.
Muy hábilmente el mantra de la empresa, que se lucra causando enfermedades respiratorias que reducen nuestra calidad y esperanza de vida, despista la atención sobre el problema: los mismos vehículos que no podrían, ni deberían, estar circulando porque no cumplen los parámetros de homologación están en la calle aumentando el efecto invernadero y los contaminantes atmosféricos. ¿Quién los va a retirar de las carreteras si la tele dice que son perfectamente seguros y aptos para circular?
Pues la alerta por contaminación. Y no sólo los Volkswagen. La Directiva 2008/50/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de 2008 , relativa a la calidad del aire ambiente y a una atmósfera más limpia en Europa estableció valores límite y umbrales de alerta para la protección de la salud humana para una serie de contaminantes atmosféricos. Igualmente, la norma obliga a los países miembro a contar con planes de acción a corto plazo con medidas eficaces para controlar y suspender actividades que contribuyan a aumentar el riesgo de superación de los valores, entre otras el tráfico de vehículos de motor, obras de construcción, instalaciones industriales o el uso de productos y la calefacción doméstica. En el marco de esos planes, también podrían preverse acciones específicas destinadas a proteger a los sectores vulnerables de la población, incluidos los niños.
Los gestores de una ciudad como Madrid, permanentemente en el punto de mira por superaciones de los valores establecidos en la directiva de 2008, en vez de gestionar las actividades contaminantes han buscado trucos como cambiar la ubicación de las estaciones de control y medición de la contaminación, o buscar prórrogas para el cumplimiento de la normativa. A pesar de ello, año tras año las concentraciones de contaminantes peligrosos para la salud se repite. Incluso llegando a ser motivo de mofa por desafortunadas fotografías de partido.
La situación es insostenible. Y mientras los periódicos y los periodistas se frotan las manos, ante la previsible lluvia de millones de euros que van a gastar las empresas automovilísticas para lavar su imagen –son muchas las que están falseando sus datos sobre emisiones atmosféricas-, los ciudadanos seguimos sin que nadie se tome en serio nuestra salud, teniendo que leer y escuchar que los coches que contaminan el aire que respiramos y alteran el clima de nuestro planeta son seguros y aptos para circular.
¿Algún periodista se va a tomar en serio su trabajo y va a investigar la cuestión a fondo? ¿algún medio va a publicar un estudio serio sobre cuánto dinero nos han estafado las empresas automovilísticas entre subvenciones, mentiras, daños a la salud, gasto sanitario e impacto ambiental? ¿algún cargo político responsable de lo que está pasando va a hacer algo?
No, rotundamente no. El periodista vive de lo que le paga el medio, cuyo modelo de negocio es la publicidad. Y el cliente siempre tiene razón: los coches son seguros y aptos para circular. ¿Se imaginan qué pasaría con el medio de comunicación que publicase un estudio independiente al respecto? Primero que dejaría de ingresar por la publicidad de las empresas afectadas. Pero la multinacional vetaría información sobre sus actividades, con lo que el medio especializado en automóviles se quedaría cojo. ¿Se imaginan una revista o un programa de televisión de motor que no tiene acceso a reportajes sobre modelos de Audi, Seat, Porche, etc., porque otro medio del grupo editorial ha metido el dedo en la herida de Volkswagen?
El problema, por supuesto, no queda aquí. Si los grandes, los que van de la mano de las asociaciones ecologistas, los que tienen políticas de responsabilidad corporativa están haciendo esto ¿qué ocurre en otras empresas? ¿qué pasa con los que compiten en precio sin respetar las reglas?
¿Quién los vigila? Si los periodistas y los medios de comunicación no airean los trapos sucios cabe pensar que nos quedan los poderes públicos. Los funcionarios de inspección o los que garantizan los procesos de homologación. Profesionales de lo público, pagados con el dinero de todos, cuya labor es velar por el interés general. Que emiten informes independientes sobre lo que está pasando. Informes que van a parar al cajón de quien tiene que tomar las decisiones: cargos políticos con sus puertas giratorias. Esas que les llevan de un despacho a otro a cambio de mirar para otro lado cuando llega el momento. No metas mano a mi empresa y te reservo un buen sillón con abultada nómina. Cámbiame esta ley para que pueda forrarme y pagar tu jubilación. Gestiona bien el terror que tengo unas armas sin vender. Subvenciona mis coches que te dejo a 5.000 personas con su votos, los de sus familiares y sus amigos en la calle. Y ya que estás, privatiza unas ITVs para que podamos llevarnos el 3% calentito a algún paraíso fiscal.
Y estamos a unas semanas de la COP21. Y los políticos de los países se estrecharán las manos en un acuerdo más o menos decepcionante para la magnitud del reto que suponen las emisiones de efecto invernadero. Habrá cambios en la legislación sobre atmósfera, producción de energía y control industrial. Nos pedirán a los ciudadanos que nos apretemos el cinturón. ¿Pero se lo están tomando en serio?
No. Por supuesto que no. Seguiremos quemando las reservas de petróleo para transportarnos de un lado para otro. Petróleo que necesitamos para fabricar materiales imprescindibles que no sabemos hacer de otra cosa que no sea plástico procedente del recurso fósil. Y seguiremos aumentando las emisiones de efecto invernadero. En vez de tomar medidas definitivas para el abandono del motor de combustión en la industria de la automoción seguiremos subvencionando su fabricación.
En vez de organizar el trabajo y evitar movimientos pendulares masivos seguiremos precarizando el mercado laboral, dificultando el acceso a la vivienda y forzando a la gente a desplazarse 120 kilómetros al día, con el consiguiente gasto de combustible y pérdida de tiempo.
En vez de humanizar las ciudades, peatonalizar las calles y favorecer medios de desplazamiento menos contaminantes, como la bicicleta, seguiremos segmentando a la población y enfrentando colectivos. Imponiendo normas que no satisfacen las necesidades de ninguno y crean conflictos que hacen de la vía pública un lugar hostil para cualquier ciudadano.
En vez de afrontar la contaminación atmosférica como un problema de salud pública lo utilizaremos como estrategia para hacer campaña electoral y atacar a nuestros rivales políticos, con independencia de si el problema lo ha causado la ineficiente gestión de nuestro partido en el pasado.
En vez de formar ciudadanos responsables con capacidad crítica seguiremos aborregando masas, a ser posible que no sean capaces de entender lo que leen en ningún idioma, para que se crean que necesitan comprar y conducir los coches que les están matando.
3 respuestas a «Ni seguros ni aptos para circular.»
Buen resumen de todo lo que está pasando con el caso VW ¡¡¡ Como afectado y doblemente engañado (trabajo en el sector ambiental y me interesaba un coche con bajas emisiones y/o consumo para el trabajo), he pasado de una fase de indignación absoluta inicial a «esto es sólo la punta del iceberg». Me parece aún peor que la UE ceda a ciertas presiones, que el resto de fabricantes de automóviles estén callados y que nos sigan diciendo que es totalmente seguro (respuesta del comercial de turno). Me extraña mucho que con los adelantos técnicos existentes, una empresa de tal magnitud se arriesgue a que le pillen (en un mercado hostil como el americano) por ahorrarse unos puñados de euros/dólares, lo que me lleva a pensar que el resto de fabricantes hacen «trampas» similares bajo la connivencia de las autoridades. Al final, mucha normativa europea y se la saltan sin «consecuencias» apreciables. Y es que ya sabemos todo lo que hay detrás de las grandes mafias automovilísticas y de otros sectores (empleos, subvenciones, altos cargos políticos, etc). En fin, un placer leer tus interesantes reflexiones en este blog. Saludos ¡¡¡
Muchas gracias por tu comentario Josué.
Estoy expectante, por que está claro que este caso va a ser determinante sobre cómo se van a tomar la legislación ambiental y su cumplimiento las empresas, lo que afectará a los profesionales del sector, la salud de las personas y la posibilidad de resolver de una forma adecuada los grandes desafíos ambientales.
Espero que no nos dejen abandonados a los intereses económicos del sector automovilístico, pero igual es mucho esperar… iremos viendo.
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