Durante la entrevista para El Comercio, con motivo de la Jornada “Alternativas a la gestión de residuos del Principado de Asturias”, surgió una idea interesante para ilustrar los intereses que están detrás del modelo de gestión de residuos basado en el contenedor amarillo. El periodista me preguntaba por qué considero que este modelo de recogida selectiva no es sostenible y si podía ilustrar otra forma de gestionar los residuos con menos impacto ambiental, social y económico.
El problema reside en que por mucho que nos intenten argumentar las bondades del reciclaje -con los 470 millones de euros al año en España que el sector del envase de usar y tirar destina a ecoembes y sus estrategias de desinformación– , las cuentas no salen. Los datos sobre reciclaje demuestran que estamos recuperando una cantidad muy pequeña de los residuos mientras que cada vez generamos más envases de usar y tirar: a escala global, en 2013 sólo el 2% de los envases de plástico se volvieron a recuperar como envases de plástico. No podemos olvidar que aumentar el porcentaje de residuos reciclados más despacio de lo que se incrementa el uso de envases de usar y tirar supone más material abandonado o eliminado en vertederos e incineradoras.
Frente a este modelo de envases de usar y tirar tenemos la opción del envase reutilizable. Y en el caso de Asturias está muy bien ilustrado en la botella de sidra retornable: una botella de sidra vuelve a ser una botella de sidra.
Pero, como también refleja la actualidad local, esta bebida compite en el menú del día con otras opciones: por ejemplo la lata de Coca Cola. ¿Podría la multinacional de refrescos azucarados vender sus productos en envases retornables? Sí claro. Y nos ahorraría a todos un coste ambiental importante: el abandono de millones de envases que acaba en las calles, los parques, las cunetas… los ríos y los mares y océanos. ¿Por qué no lo hace? Buena pregunta.
¿Cuántas empresas producen y distribuyen sidra en Asturias? ¿Cuántas fábricas tiene Coca Cola en Asturias? Una de las claves del debate está en que el modelo de gestión de residuos de envases es que condiciona nuestras pautas de producción y consumo. El negocio de las grandes corporaciones de la alimentación se basa en largas y complejas cadenas de suministro donde el retorno de envases es bastante complicado y tiene un alto coste económico. Para un pequeño comercio local es más fácil recuperar el envase y reducir su impacto ambiental. La multinacional prefiere fomentar el contenedor amarillo y trasladar al conjunto de la sociedad el impacto económico y ambiental de los envases que utiliza en su modelo de negocio.
Actualmente, el contenedor amarillo está dedicado a la recogida de “envases ligeros”. Un concepto confuso que en 20 años de funcionamiento no hemos conseguido aclarar, resultando en un modelo muy ineficiente de gestión de residuos urbanos. Esta forma de recoger los residuos responde a los intereses del sector de distribución de productos en envases de usar y tirar, pero genera un modelo de producción y consumo muy insostenible.
Es más, para los consumidores implica un coste mayor. Con envases retornables quien los devuelve al sistema recupera parte del dinero que pagó en concepto de gestión de residuos cuando adquirió los productos envasados. En el modelo del contenedor amarillo todos pagamos cuando compramos envases con el punto verde, pero no recuperamos nada si los depositamos cívicamente. Actualmente tenemos que pagar con nuestros impuestos el coste de la recogida de los envases no se depositan en el contenedor amarillo. Una recogida que suele acabar, por cierto, en eliminación vía vertedero o incineración sin posibilidad de reciclaje–a pesar de que ya habíamos parado su correcta gestión al comprarlos-.
Pero hay otros impactos: económicos y sociales. El modelo de pequeñas empresas familiares reparte mejor la riqueza que un sistema corporativo que supone la concentración del capital en pocas manos. Mientras que las sidrerías pueden satisfacer la economía familiar con un margen de beneficio limitado, las grandes empresas de la distribución de bebidas dedican ingentes cantidades de dinero a engañarnos con su publicidad, así como a influir en los proceso de toma de decisiones y la información que recibimos los ciudadanos sobre sus marcas y productos.
¿Se acuerdan del #CokeLeak? Dejó al descubierto cómo Coca Cola utiliza sus recursos para evitar legislaciones contrarias a sus intereses, tanto en materia de gestión de residuos de envases, como en protección a la salud de los consumidores. ¿Pueden las sidrerías asturianas influir en la elaboración de la legislación europea sobre residuos de envases? Coca Cola sí. Y convencerte de que bebas sus refrescos a diario a pesar de que no sea una buena idea.
Y no es sólo un problema ambiental. También es un problema económico: corporaciones que cada vez tienen más recursos para influir y decidir el modelo de desarrollo que nos imponen, desplazando y sacando del mercado los productos y productores locales.Y social: tanto para los afectados de las decisiones corporativas sobre cierre o el traslado de instalaciones de producción, como para todos y cada uno de los que sufrimos la precarización de nuestras condiciones de vida a cuenta de decisiones poco transparentes.
La botella de sidra es el ejemplo de que podemos hacer una mejor gestión de envases y sus residuos. Implica el compromiso de muchos (productores, distribuidores, comerciantes, consumidores…) pero minimiza el impacto ambiental y favorece el desarrollo local. Y es un modelo que funciona pese a lo que nos quieran hacer creer quienes tienen intereses en un modelo insostenible de distribución de refrescos endulzados en envases de usar y tirar que genera costes ambientales, sociales y económicos para el conjunto de la sociedad.
Por cierto, todavía no hemos hablado de las bondades del contenedor. Mientras los envases de plástico, bricks y latas ofrecen dudas sobre la posible contaminación de los alimentos que contienen con sustancias que migran desde los materiales de los recipientes o sus recubrimientos, el vidrio es un material inerte que no reacciona con el contenido: los envases de vidrio son mejores para conservar alimentos. Pero al ser mono material también se reciclaría (en caso de que no se destinase a reutilización) mejor que envases complejos formados de distintos tipos de plásticos o con mezclas de varios materiales diferentes, tal y como es el caso del brick.
Eso sí, las brillantes campañas publicitarias hacen que nos olvidemos de los productos más sostenibles y nos crean la necesidad de comprar compulsivamente aquellos otros que los desplazan del mercado. Cada vez nos ponen más fácil acceder, por ejemplo, a productos que incorporan aceite de palma mientras que buscar alternativas más sostenibles implica un esfuerzo personal que requiere tiempo e información.
Los consumidores tenemos poco margen de actuación, pero todavía podemos elegir qué compramos. ¿Productos de empresas que se presentan como socialmente responsables y respetuosas con el medio ambiente a pesar de que continuamente demuestran que no lo son?. Y dónde compramos: ¿en grandes centros comerciales que se nutren de unos trabajos –dentro y fuera- cada vez más precarios o en establecimientos de proximidad donde nuestros vecinos intentan sobrevivir dignamente?
Y tú, ¿lata de Coca Cola o culín de sidra?
6 respuestas a «¿Lata de Coca Cola o botella de sidra?»
Precisamente en la hostelería, en su inmensa mayoría, cuando pides una Coca Cola te la traern de videro reutilizable, exactamente igual que con las botellas de sidra. El vidrio de la restauración se reutiliza.
Gracias por tu visita y comentario Paco.
Efectivamente en la hostelería estaba extendida la práctica de los envases de vidrio retornables, pero cada vez se ven más latas (las de la imagen en un bar de Madrid ni siquiera están adheridas a ecoembes) y vidrios no retornables con campañas que invitan al hostelero a reciclar, no a retornar. Por eso la llamada de atención.
Aquí en Asturias no nos es extraño ese sistema con la sidra. Sabes que cuando acabas una caja de sidra comprada en un llagar o en una sidrería puede ir a devolver "los cascos" y te devuelven X dinero. Gente que hace sidra en casa se las guarda y cuando dejan de hacerlo van a algún llagar y les compran las botellas.
Y otra cosa. Cuando hay fiesta de prao verás todo tipo de basura, pero no las botellas de sidra. Aunque la gente las deje allí, siempre pasa alguien para recogerlas y sacar algunos euros devolviéndolas.
Efectivamente Javi,
Para bien o para mal parece que somos más ecológicos si nos premian por ello: el incentivo por devolver los envases al sistema puede ser una forma de reducir la necesidad de vertederos, incineradoras y otras soluciones finalistas que no consiguen recuperar los residuos para su reciclaje.
Con modelos como el que describes, si el consumidor no es lo suficientemente cívico para depositar el residuo en el lugar adecuado alguien podrá tener interés en recogerlo y llevarlo para que se haga una gestión adecuada.
Gracias por tu visita y comentario.
Extraordinario artículo. Si los del lugar no espabilamos CocaCola y demás nos comen vivos
Así es Iker, las grandes corporaciones tienen sus propios modelos de negocio y estrategias comerciales, entre las que incluyen tenernos despistados mientras nos comen vivos.
Saludos.