Un nuevo estudio científico publicado en Science evidencia que incluso las áreas más aisladas de los Estados Unidos, tales como parques nacionales, acumulan partículas de microplásticos transportados por el viento y la lluvia. En Plastic rain in protected areas of the United States Brahney y su equipo de investigación proyectan una acumulación de once mil millones de toneladas de plástico para el año 2025.
El estudio recoge que las tasas de deposición llegan a medias de 132 plásticos por metro cuadrado al día. Así, los investigadores estiman que anualmente llueven en las áreas protegidas del sur y el centro oeste de EE. UU. unas 1.000 toneladas de partículas plásticas, la mayoría microfibras sintéticas utilizadas en los tejidos textiles con los que se hace la ropa, pero también se encuentran recubrimientos industriales, restos de moquetas o partículas de pinturas industriales. La amenaza que implica para este descubrimiento debería dejar clara la importancia de reducir la contaminación por este tipo de materiales.
La persistencia de los plásticos hace que poco a poco se fragmenten en trozos cada vez más pequeños, susceptibles de ser arrastradas por el viento. Este estudio utiliza datos espaciales y temporales de mucho detalle con los que prueban si los plásticos depositados en condiciones húmedas se comportan en la atmósfera de forma distinta a como lo hacen en condiciones secas.
Cruzando esta información con las tasas y las fuentes de deposición en áreas remotas de conservación de EE. UU. muestran que en condiciones secas los plásticos de menor tamaño pueden ser transportados a grandes distancias en procesos atmosféricos globales. Por su parte las tormentas tienen capacidad de arrastrar partículas más grandes en flujos regionales, por ejemplo desde ciudades o suelos erosionables.
Este estudio se suma a otros, como el que hablaba de los microplásticos encontrados en los Pirineos Franceses o el que los analizaba en los Alpes y el Ártico. También sabemos que el fondo del mar se nos está convirtiendo en un basurero donde se acumula la mayor parte el plástico. Este nuevo estudio aporta evidencias sobre la capacidad de los microplásticos para transportarse por la atmósfera, por lo que, por más que alguna vez acaben lejos de nuestra vista, no estamos ante sumideros que atrapen definitivamente nuestros residuos. Más bien se observan compartimentos que forman parte de un ciclo en el que los plásticos se mueven de un lugar a otro en su acción contaminante por todo el planeta.
Tenemos evidencias más que suficientes para entender que estamos ante un problema global que afecta a la salud de las personas y contamina todos los ecosistemas de la Tierra ¿Hasta cuándo vamos a seguir esperando para cerrar el grifo? ¿Por qué no hay más ambición en la sustitución del plástico en todos los usos donde nos sea posible?
Sabemos que la solución no pasa por recoger botellas de plástico para convertirlas en prendas de moda snob que se convierte en microfibras con cada uso y en cada lavado: necesitamos tomarnos en serio el problema, dejar de utilizar fibras sintéticas donde podamos emplear fibras naturales, reducir el envasado plástico, fomentar la reutilización frente al usar y tirar… pero la industria sigue aumentando el nivel de producción, con lo que cada vez tendremos más y peores evidencias del daño que nos hace el abuso del plástico a todos y cada uno de nosotros. Podemos esperar a comprender mejor el problema, pero ¿qué tal si lo vamos frenando ya antes de que sea demasiado tarde?
Referencia:
Janice Brahney, Margaret Hallerud, Eric Heim, Maura Hahnenberger, Suja Sukumaran (2020) Plastic rain in protected areas of the United States. Science. DOI: 10.1126/science.aaz5819
Una respuesta a «Llueve plástico en parques nacionales»
[…] los envases de usar y tirar estaba causando en nuestro entorno. Por el camino hemos aprendido que la contaminación por plásticos llega a todas partes, siendo una amenaza para la biodiversidad pero también para nuestra […]