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Consumo sostenible

No laves tus envases vacíos

Una de las frases de mi libro «Contenedor Amarillo S.A.» que más juego me está dando últimamente es esta recomendación: «Si estabas lavando los residuos que dejas en el contenedor verde o amarillo ya puedes dejar de hacerlo«.

En el tercer capítulo del libro «Separar no es reciclar» trato de explicar la idea, expresada varias veces en este blog, de que el reciclaje no ocurre en el contenedor amarillo. Lo que las personas responsables hacemos cuando depositamos residuos en los contenedores de colores es separar. Una fase importante para el correcto funcionamiento de la recogida selectiva. Y un gesto que queda bastante lejos (en el tiempo y en el espacio) de la transformación de nuestras basuras en nuevas materias primas.

Los residuos recogidos en esos contenedores tienen que viajar hasta plantas de clasificación, recibir varios tratamientos y, en el mejor de los casos, acabar convirtiéndose en la materia prima con la que fabricar otras cosas.

A partir de nuestro gesto se desencadena una secuencia de operaciones industriales que son coherentes y acordes a las materias recogidas en los contenedores. Y que responden a un principio de responsabilidad ampliada del productor que obliga a quienes utilizan esos envases en su actividad comercial a asumir los costes de la recogida y el tratamiento.

Sí. Te animo a rebañar al máximo el frasco de mermelada y a estrujar todo lo que puedas el tubo de pasta de dientes. O el de protector solar. Con ellos pasa como con las vacaciones: si los estrujas y los retuerces adecuadamente consigues que duren un día más.

Es tu producto y tienes que hacer lo posible por apurar al máximo. En algunos casos, como los geles de ducha, rellenarlos con agua y enjuagarlos puede ser la clave para optimizar la compra. Pero ¿estás enjuagando los vasos de yogur antes de tirarlos al contenedor amarillo? ¿estás dedicando tu tiempo a rascar las pegatinas a los frascos de vidrio antes de tirarlos al contenedor verde? Puedes dejar de hacerlo.

Sí, entiendo que quieras reducir la contaminación de estos materiales, pero la estás pasando del flujo de residuos al de las aguas. La materia orgánica o los restos de papel y pegamento que salen por tu fregadero deberán ser tratados en la depuradora a la que va el agua limpia que has contaminado con estos restos.

Es cierto que en un primer momento podemos pensar en la suciedad que escurrirá en los contenedores y los camiones de recogida pero… hagas o no el gesto de fregar tus envases tanto los recipientes como los vehículos tienen que ser lavados e higienizados periódicamente. Y puede hacerse con agua regenerada de la depuradora, reduciendo la presión sobre el recurso hídrico y la cantidad de agua potable que gastas en casa.

Si pensamos en el contenedor de verde nos damos cuenta que está destinado única y exclusivamente a recoger envases de vidrio. Siempre habrá algún despistado que tire otras cosas dentro de este contenedor. Es más, los envases de vidrio, en su mayoría, llevan adheridas etiquetas que están compuestas de plástico, papel y algún adhesivo que las mantiene fijadas al vidrio.

Y también están las tapas y los tapones, que deberíamos tirar al contenedor amarillo, pero… ¿a quién no se le van de vez en cuando al verde? Incluso las vitolas de las botellas de vino ¿Con qué hacen los precintos que garantizan la integridad del corcho?

Da igual. Las instalaciones que van a procesar el contenido del contenedor de recogida selectiva asumen que tendrán que retirar esos elementos: restos de etiquetas, tapas metálicas, corchos, algunos cierres y precintos. Incluso los restos de mahonesa o mermelada que se dejan dentro los desalmados que no rebañan los recipientes antes de tirarlos. No digo fregar, ojo.

La forma en la que entregamos el vidrio en los contenedores, el modo en que esos contenedores se vacían en los camiones, la descarga en las plantas de tratamiento… todo favorece que el envase original se fragmente y quede libre de los materiales que no son propiamente vidrio.

Incluso los restos de mermelada irán escurriendo a lo largo del proceso, por lo que fregarlos en casa es una pérdida de tiempo, un coste añadido y un traslado innecesario de la contaminación del residuo al medio acuático a través del sumidero de tu fregadero.

Es mucho más eficiente que la limpieza ocurra en las instalaciones industriales que tratan los residuos. Donde todo ese «chapapote», idealmente, podría fermentarse para obtener metano y generar energía.

En cualquier caso, si asumes el coste y trasladas el impacto, estarías contribuyendo a evitar que los envasadores perciban la necesidad de diseñar envases más eficientes para el consumidor, de los que pueda sacarse todo el producto sin generar costes e impactos adicionales en la cadena de recuperación y reciclaje.

Lo dicho, si fregabas tus residuos de envases antes de llevarlos al contenedor verde o amarillo ya puedes dejar de hacerlo. Y si quieres aprender más sobre qué es y cómo funciona el contenedor amarillo y la recogida selectiva de envases no te pierdas «Contenedor Amarillo, S.A

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