«Y ahora yo qué hago. Cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción» es un magnífico libro escrito por Andreu Escrivà y publicado por la editorial Capitán Swing en el que se aborda con claridad la cuestión del cambio climático, su urgencia y la necesidad de asumir esa parte de responsabilidad que está al alcance de cada persona.
Andreu utiliza un lenguaje cercano y fácil de entender, con ejemplos y comentarios que acercan un problema complejo a cualquiera con un mínimo de interés en comprender qué está pasando con el clima de nuestro planeta y qué podemos hacer para evitar cambios dramáticos sobre nuestra forma de vida.
Se estructura en tres partes, precedidas por una pequeña introducción en forma de justificación, «Por qué escribo este libro», en la que queda clara la pertinencia y necesidad de este volumen, aclarando los objetivos del autor y el enfoque del libro, «cuya ambición se circunscribe a responder algunas preguntas concretas, y una en particular: ante este panorama ¿yo qué hago?»
La primera parte «Emergencia» presenta el panorama, aportando la evidencia de la situación climática que estamos viviendo y la necesidad de tomar medidas cuanto antes. Para ello Andreu avisa sobre esos mensajes que nos dicen que quedan unos pocos años para actuar antes de que se acabe el mundo y empiece el apocalipsis.
Andreu Escrivà evita recrearse en la imagen de horror futuro que suele llenar páginas y páginas en la literatura sobre cambio climático o bombardearnos con datos difíciles de entender. Su libro va dando pistas sobre cómo construir el futuro, repensando todo aquello que está roto en la sociedad actual, de modo que podamos reformular espacios, tiempos y vidas lejos de las distopías postapocalípticas.
El autor nos propone dejar de pensar en los años o décadas que faltan para el desastre y centrarnos en entender qué significa esa cuenta atrás. Durante el texto nos enseña a comprender que para actuar en relación al desastre climático que asoma por la ventana solo tenemos nuestro propio día a día. Cuanto antes nos pongamos manos a la obra, cada uno en nuestro ámbito de responsabilidad, mejor para todos.
Sobre el alcance de los cambios que deberíamos adoptar hace un símil muy interesante en el que nos pone al mando del Titanic ¿Cuantos grados giramos el mitón? Ante la colisión inminente con el iceberg ¿perdemos el tiempo calculando cuántos grados tirar el timón para evitar el accidente? Eso es lo que parecen hacer, tal y como expresa Andreu, algunos de los interminables informes sobre cuánto reducir las emisiones de efecto invernadero.
El problema reside, siguiendo con el razonamiento del autor, en que tenemos que girar muchos timones a la vez para evitar este choque y algunos de ellos están encallados, hay manos girando algunos en sentido contrario y solo unos pocos dan señales de moverse en la dirección que evitaría la colisión.
La segunda parte «Mirando hacia otro lado» aborda las causas de la inacción climática, la necesidad de tomar conciencia y comprender la capacidad individual para influir sobre el clima. Para ello asume que el relato previo sobre las causas y consecuencias de las emisiones de efecto invernadero y su impacto en el clima no han ayudado a entender cómo influimos o como nos está afectando la alteración de la temperatura media en el planeta.
Después de señalar algunas causas de la desafección, invita a comunicadores y educadores a aterrizar la cuestión climática en su audiencia concreta y desmontar las distintas excusas que nos tienen paralizados. En particular aquella de «es que no sé que hacer», con la que cierra esta parte y a la que dedica la tercera: «Entonces, ¿yo qué hago?»
Aquí Andreu nos avisa sobre el ruido y los datos que crean confusión para minimizar la percepción del impacto ambiental de los productos que consumimos. Porque no se trata tanto de medir las emisiones de cada una de nuestras acciones cotidianas como de cambiar aquellos hábitos que hacen insostenible nuestra forma de vida.
La propuesta, con la que me quedo, es «vivir una vida que nos reconcilie con el clima». Y es que mientras algunas de las propuestas para atajar la crisis ambiental global son percibidas como una amenaza para nuestra calidad de vida, aplazar los cambios que reducen las emisiones de efecto invernadero y su impacto sobre el clima nos lleva a una situación que pone en peligro el mundo que habitamos.
En esta línea, acudiendo al símil de un castillo de arena que desaparece con la marea, por más que tratemos de reforzarlo cada vez que volvemos a construirlo, Andreu propone dejar de fortificar nuestras estructuras actuales para que resistan el embiste del cambio climático y centrar el esfuerzo en adaptarnos a un planeta más cálido, construyendo capacidad de adaptación a un nuevo mundo, en el sentido más profundo de la expresión.
El rigor a la hora de abordar el asunto climático en «Y ahora yo qué hago» está aderezado de referencias a la cultura popular, con las que Andreu pone en situación al lector e ilustra algunas cuestiones clave. La del Titanic recogida en esta reseña es sólo de una de ellas, que van desde el cine y la televisión a lugares comunes a los que nos transportamos con facilidad. Este recurso contribuye a amenizar la lectura y sentirse identificado con el relato que se nos presenta, anécdotas que podrían ser compartidas o con las que resulta fácil identificarse, poniendo en contexto un mensaje clave para entender qué papel jugamos las personas ante el desafío climático.
«Únicamente mediante el cambio del paquete de valores con los que orientamos nuestra vida podremos guiarnos hacia un futuro mejor. Necesitamos que el hecho de disminuir nuestra huella de carbono no para únicamente de un incentivo económico o de la posibilidad de una multa, ni siquiera de la imple imitación social, sino de lo más profundo de nuestro ser. Que escojamos realizar esos cambios de comportamiento porque así es como somos; que los actos emanen y a la vez refuercen nuestra identidad»
Una lectura muy recomendable para enfrentarnos a las emisiones de efecto invernadero. Sin culpas y actuando desde el conocimiento.