Finalmente ha ocurrido. La Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular incluye, de alguna manera, una restricción a la utilización de bisfenol A y ftalatos en los envases.
En concreto dentro del artículo 18, dedicado a “Medidas de prevención”, aparece un apartado “i” que dice, textualmente:
Fomentar la reducción del contenido de sustancias peligrosas en materiales y productos de acuerdo con los requisitos legales armonizados relativos a dichos materiales y productos establecidos a escala de la Unión Europea, evitando, en especial, la presencia de sustancias incluidas en el anexo XIV del Reglamento REACH o sustancias restringidas recogidas en su anexo XVII, y de los alteradores endocrinos. En particular, y de conformidad con lo previsto en estas normas, estará prohibida la utilización de ftalatos y bisfenol A en envases.
Efectivamente, una redacción tan enrevesada y falta de concreción que hace dudar de si realmente se eliminarán los ftalatos y el bisfenol A de los envases de bebidas y en contacto con alimentos. Pero un primer paso y un pequeño aviso a la industria sobre la necesidad de retirar estas sustancias con efecto hormonal.
Y creo que es de justicia agradecer a todos los que lo han hecho posible. En primer lugar al periodista Antonio Cerrillo, que con su seguimiento del proceso legislativo nos ha mantenido informados sobre la evolución del texto y sus modificaciones en el Congreso y el Senado. En segundo lugar a Nicolás Olea, quien lleva tiempo investigando y alertando sobre el impacto de los disruptores endocrinos. Ambos han sabido mantener la tensión sobre el problema de bisfenoles y ftalatos consiguiendo, en el texto de la ley de residuos, el resultado que celebramos.
También es importante que, en plena tramitación de la ley de residuos, en la televisión pública se diese voz al problema del bisfenol en los envases y a los expertos que alertan del riesgo de los disruptores endocrinos.
Todo eso ha permitido a distintas organizaciones protestar cuando parecía que el Senado retiraría -en una de las versiones previas a la definitiva- del texto de la ley de residuos la prohibición del bisfenol A. A todas ellas hay que agradecerlas el esfuerzo por visibilizar la omnipresencia de plastificantes tanto en los ecosistemas como en nuestro propio cuerpo.
Su esfuerzo de años indicando que hay microplásticos y sustancias químicas -liberadas desde los envases y los fragmentos de la descomposición de los mismos- tanto en los ecosistemas como en nuestro propio cuerpo se ve recompensada con este, tan insuficiente como necesario, reconocimiento legal. No me caben todas las campañas que han sido, pero a efecto ilustrativo destacaría salud de plástico de Rezer0 o plastívoros de Amigos de la Tierra.
Por mi parte tengo que seguir con los agradecimientos. La indignación que me causó enterarme que la prohibición del bisfenol A y los ftalatos podrían desaparecer del texto le la ley de residuos tras su paso por el Senado me llevó a iniciar una campaña de recogida de firmas en la plataforma change.org.
Una modesta acción que ha recopilado algo más de 650 apoyos. Para reforzarla aproveché una actividad de sensibilización ambiental sobre envases de usar y tirar y reciclaje en el que grabé material para montar un vídeo que ha tenido algo más de éxito (al menos en linkedin donde anda cerca de 20.000 visualizaciones) Algunas menos en youtube, desde donde lo enlazo:
Una cosa que no sabía de change.org es que permite al organizador de la recogida de firmas consultar quienes son las personas que la están firmando. Y entre esos apoyos he visto el de personas muy importantes para mí. Algunas a las que expresamente les había pedido difundir la iniciativa, otras con las que he compartido anteriores etapas de mi vida personal o profesional. Amigos, familia, compañeros… a todos os agradezco el apoyo a ese grano de arena que, junto a otros muchos, ha conseguido esa frase en la ley de residuos que supone un hito para la salud de todos.
Ese “estará prohibida la utilización de ftalatos y bisfenol A en envases”, que no es mucho pero sería todavía menos si se hubiese caído del texto definitivo de la ley.
Por supuesto, hubiese sido mucho mejor una prohibición completa de los bisfenoles. O un plazo concreto desde el cual están prohibidos.
Pero esa frase es una palanca de cambio, tanto para que la industria tome la iniciativa en la retirada de esos compuestos disruptores endocrinos como para que las asociaciones que lo han promovido sigan presionando o para que la Administración pueda iniciar procedimientos de exigencia de responsabilidades por la presencia de esas sustancias en envases.
Queda mucho por hacer. Pero algo se ha avanzado.
Gracias por ayudar que los políticos que tenían en su mano la posibilidad de legislar en este sentido, finalmente, lo hayan hecho.
Finalmente, aprovecho la ocasión para recomendarte mi libro «Contenedor Amarillo S.A. (ISBN: 978-84-947897-4-8)» donde comparto algunas inquietudes sobre el impacto ambiental, económico y social del envase de usar y tirar, tratando de ayudar a comprender la necesidad de conocer el modelo de gestión de sus residuos y las oportunidades de mejorarlo para conseguir un modelo de producción y consumo más sostenible.