Categorías
otros

No hay tiempo para lo menos malo.

De un tiempo a esta parte cada vez que debato con alguien sobre cuestiones ambientales a cierto nivel la cosa acaba con un “piensa que podría ser peor”, “tenemos que aceptar lo menos malo”. Y no estoy de acuerdo. Lo siento, pero no hay tiempo para lo menos malo.

Simplificando mucho las cosas podríamos encontrarnos en una escala como esta:

  • Lo que hay que hacer.
  • Lo que sería bueno hacer.
  • Lo menos malo.
  • Lo que no es tan malo.
  • Lo malo.
  • Lo peor.

Tenemos muy claro que deberíamos estar en “lo que hay que hacer”. Hay evidencias científicas y las consecuencias de dejar de hacerlo son inaceptables ¿Por qué no lo hacemos? ¿Por no ofender a los que dudan entre “lo malo” y “lo que no es tan malo”?

Los resultados son, como todo lo que nos jugamos, a medio y largo plazo. La apuesta por “lo menos malo” está consumiendo los recursos que se deberían haber dedicado a “lo que hay que hacer”. Y no se están consiguiendo grandes resultados. Es más, lo poco que está consiguiendo ocurre en el terreno que tiene en común con “lo que no es tan malo”.

Para la inmensa mayoría lo que importa es el “día a día”. Un “día a día” que se va a mantener prácticamente igual entre “lo que sería bueno hacer” y “lo malo”: madrugar, trabajar, pagar facturas… Para el 99% no existe “lo bueno”.

¿Por qué no estamos en “lo que hay que hacer”? Porque hay un 1% para el que “lo bueno” es que el resto esté en su territorio.

Para los de “lo malo” es bueno que estemos allí. Y les va mejor si transitamos hacia “lo peor” que si nos moviésemos a “lo que sería bueno hacer”. Así, los de “lo menos malo” han asumido como “lo bueno” permanecer en “lo menos malo”. Y quizá lo será para ellos, pero no para un 99% que tiene que asumir los costes de cualquiera de las opciones.

Así, a medida que pasa el tiempo “lo menos malo” está perdiendo la batalla. Porque no solo no ha avanzado -ni parece querer- significativamente a “lo que sería bueno hacer”. Ante la falta de resultados tangibles en el “día a día” ha conseguido que “lo peor” se convierta en la alternativa más fácil y rápida para escapar de un agotado modelo de “lo menos malo”.

Se siguen aplazando las medidas que podrían conseguir resultados que nos llevarían a descubrir al 99% “lo que sería bueno hacer”. Hastiados de “lo menos malo”, se va tomando como aceptable “lo malo” y que nos va arrastrando inevitablemente a “lo peor”.

Pero ya no hay tiempo para “lo menos malo”. Es un destello que se apaga. Quizá si explotase su última oportunidad para iluminar el camino hacia “lo que hay que hacer” tendría alguna oportunidad. Mientras tanto transitamos inexorablemente a “lo malo”. A unos pocos se les acabará “lo bueno”, que llegará para otros pocos.

El 99% restante seguiremos madrugando, trabajando y pagando facturas mientras el sueño de “lo que hay que hacer” se desvanece, anhelado por quienes lo conocieron y felizmente ignorado por quienes no alcanzarán a saber que había alternativas a “lo peor”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.