Son varios los ayuntamientos que están probando “contenedores inteligentes” para la recogida selectiva de envases. Una capa tecnológica sobre el sistema de recogida actual que promete la innovación en la gestión de residuos, llevando al municipio a la vanguardia del reciclaje. Entre otros han ido pasando por el experimento Guadalajara, Torrelavega y ahora le toca el turno a Galapagar.
El invento se llama RecySmart. Una tecnología con la que, según la web de la empresa CANDAM TECHNOLOGIES SL, se podrían aumentar los ratios de reciclaje de envases mediante esquemas de retorno e incentivos fáciles y asequibles.
Siguiendo con la descripción corporativa estaríamos ante “Un dispositivo independiente IoT con tecnología patentada europea, que se instala en cualquier contenedor de residuos, para convertirlos en contenedores inteligentes.”
Requiere de una aplicación o de una tarjeta RFID y, a cambio de puntos, recopila “Todos los datos (identificación del ciudadano + envases reciclados) se envían a nuestra plataforma para su tratamiento y análisis.”
Por supuesto, no podía faltar la inteligencia artificial: “El sistema patentado RecySmart reconoce todo tipo de material de envases en tiempo real gracias a técnicas acústicas combinadas con algoritmos de IA”.
La propuesta podría ser interesante. La cuestión es que a pesar de la promesa de un contenedor inteligente el dispositivo no parece servir al propósito para el que se ofrece. A pesar de contar con esta tecnología, en consulta formal con respuesta documentada, el Ayuntamiento de Guadalajara no sabe responder a preguntas como:
- ¿Qué porcentaje de los materiales recogidos en los contenedores inteligentes son materiales impropios?
- ¿Qué coste tendría implantar el “contenedor inteligente” en todos los contenedores municipales?
- ¿Qué costes de mantenimiento implica?
- ¿Cómo tiene previsto el Ayuntamiento trasladar ese coste a los vecinos de Guadalajara?
¿Para qué sirve RecySmart? También encontramos la respuesta en la web corporativa.
“Es la solución tecnológica perfecta entre las máquinas de retorno y las aplicaciones de reciclaje. Las máquinas de retorno son excesivamente caras y muy limitadas en cuanto a los envases que aceptan. Las aplicaciones de reciclaje carecen de capacidad antifraude y de facilidad de uso.”
Lo que propone la empresa Candam, en línea con la labor de presión que llevan décadas ejerciendo los envasadores y distribuidores de producto envasado, es una tercera vía para evitar la recogida individualizada de los residuos de envases.
No en vano detrás de Candam están la industria del envase de usar y tirar, con Ecovidrio a la cabeza en el caso de Torrelavega.
Ante la demanda de envases reutilizables el proyecto busca reforzar la posición del envase de usar y tirar. Otra iniciativa más para trasladar a las cuentas municipales costes que deberían asumir envasadores y distribuidores de producto envasado.
El sistema de recompensas no deja de ser un parche que no resuelve el problema: el contenedor amarillo para envases ligeros. Un sistema de recogida que se ha mostrado deficiente y deficitario durante los más de 20 años de funcionamiento.
Añadir una capa de tecnología encarece el sistema con un mayor coste unitario de los contenedores y aumento de las necesidades de mantenimiento de cada contenedor. Si el importe se asumiese íntegramente por los sistemas de responsabilidad ampliada del productor Ecoembes, ni tan mal. Pero resulta que a día de hoy el experimento se está haciendo con pólvora del rey. Y patente de corso.
Si Guadalajara (Torrelavega o Galapagar) no es capaz de dar datos sobre el resultado de la prueba piloto en su ciudad, la siguiente pregunta es ¿Para qué sirve el contenedor inteligente? Desde luego no parece estar al servicio del interés general o de la transparencia exigible en la gestión municipal.
Por otro lado, incorporar sistemas de “inteligencia artificial” a la recogida de residuos de envases tiene otras implicaciones añadidas:
- En primer lugar, el coste energético. Se supone que recogemos envases de vidrio, los trituramos y los fundimos para ahorrar energía en el proceso de fabricación de nuevos envases de vidrio. Los servidores y los centros de procesamiento de datos tienen un importante impacto en términos de consumo energético y de agua. También de otras materias primas críticas para fabricar y actualizar la tecnología necesaria.
- La segunda se refiere al control. Si para acceder a los sistemas de recompensa me tengo que identificar, la empresa gestora del sistema de recogida recopilaría información sensible sobre mi persona: dónde estoy depositando los residuos, qué productos consumo… Un control absoluto de mis hábitos de consumo en manos de empresas privadas cuyo objetivo es vender más envases de usar y tirar. No lo veo.
- Dificultades de acceso. Si ya se ponen pegas sobre lo difícil que es participar en la recogida separada por cuestiones triviales añadamos un sistema que complique más la entrega del residuo separado.
En el fondo el afán es desviar la atención sobre soluciones como la reutilización de envases y los sistemas de depósito, devolución y retorno en los puntos de venta. Son soluciones que internalizarían parte de los costes ambientales y sociales en el modelo de negocio del producto envasado. Pero las corporaciones de la distribución se empeñan en deslumbrarnos con tecnologías que no aportan cambios relevantes en el modelo de producción y consumo.
El «contenedor inteligente» es una estrategia retardista del envase de usar y tirar para seguir aplazando lo inevitable. La industria trata de legitimar unos datos cada vez más cuestionados, a la vez que evita asumir el coste real de su modelo de negocio.
Estamos en un momento delicado, con los ayuntamientos calculando tasas de gestión de residuos. Por eso es importante señalar las falsas soluciones y avisar a quienes toman las decisiones.
No se trata de hacerse la foto con el oportunista que quiere rascar algo de los fondos europeos. La cuestión es exigir que quien decide utilizar envases de usar y tirar en su modelo de negocio asuma los costes económicos, ambientales y sociales de esa decisión. Nos va la salud en ello.
El «contenedor inteligente» no es el camino. En un país donde, con los datos públicos y publicados, cualquier persona puede calcular que entre Ecoembes y Ecovidrio deben 1700 millones de euros al año al sistema municipal de recogida de envases las soluciones van por otro lado.
2 respuestas a «El contenedor inteligente que no lo es tanto.»
Vengo aquí desde el último artículo del SDDR. Más de 25 años de SCRAPs, cientos de millones en publicidad sin conseguir nada ni ser auditadas debido a ello, grandes salarios, empleos casi de por vida, pruebas y más pruebas ahora con la palabra IA que está de moda,
…. Y aún así más del 50% de lo que se vende no acaba siendo reciclado. Jamás ninguna empresa que no cumple sus objetivos tuvo tantas oportunidades como estas. Cualquiera otra hubiese cerrado al segundo año. No es mal negocio, visto lo visto y niegue quien lo niegue.
Ese es el problema, mueven tanto dinero que son una fuente de puertas giratorias. Quienes tendrían que tomar decisiones y adoptar soluciones reales, acaban tentados por gastar el dinero de todos en mantener una situación insostenible. El negocio no coincide con el objeto social, por eso sigue funcionando.
Gracias por tu visita y comentario.