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Vertedero de Oliver Franklin-Wallis

Quizá el título “Vertedero” y la portada (un señor sentado sobre una montaña de basura) no te resulten demasiado atractivos. Pero es un libro imprescindible. Y deberías buscar algún hueco para colarlo en tu lista de lecturas.

Haciendo justicia al subtítulo “La sucia realidad de lo que tiramos, a dónde va y por qué importa” , Oliver Franklin-Wallis recorre la cadena de valor de nuestra sociedad de consumo. Presenta un trabajo de investigación que le ha llevado a explorar desde cuencas mineras a vertederos de todo el planeta, recopilar estadísticas, analizar conflictos de intereses y entrevistarse con todos los agentes implicados.

De manera sorprendentemente clara, amena y fácil de leer va exponiendo, a través del análisis de diferentes flujos de residuos, cómo los residuos son un desafío para nuestra civilización. A través de 12 capítulos agrupados en tres partes habla (no necesariamente en el orden de esta lista no exhaustiva) de la chatarra, plásticos, ropa, vertidos de aguas residuales urbanas, desperdicio alimentario, aparatos eléctricos y electrónicos, residuos radiactivos…

Lo hace visitando esos centros icónicos de acumulación de materiales que pasan fugazmente por documentales y artículos de prensa cada vez que un nuevo escándalo llama la atención sobre las deficiencias del modelo de gestión de residuos. Mediante entrevistas con responsables de instalaciones de tratamiento, trabajadores informales que se ganan la vida rebuscando residuos, gestores que compran y venden productos de segunda mano, responsables políticos del control de traslados transfronterizos de residuos… Todos los agentes posibles, haciendo una radiografía precisa del flujo de materiales que implica nuestro modelo actual de producción y consumo.

Como no podría ser de otra manera, evidencia las contradicciones e incoherencias que surgen según los distintos focos de atención y escalas a las que analicemos los flujos de residuos. De las diferentes magnitudes implicadas (desde la movilización de materiales para la extracción de metales a las cuestionadas tasas de reciclaje de envases de usar y tirar), a las estrategias de greenwashing de las grandes corporaciones, o los dilemas que implica el desembarco de objetos de segunda mano en el sur global.

A la exposición objetiva de datos, el repaso de la historia de nuestro modelo de producción y consumo, la descripción de los sistemas de tratamiento o el inventario de los impactos ambientales, económicos y sociales que causan los residuos, se superpone a lo largo del texto una serie de reflexiones, dilemas y conflictos que surgen alrededor de la gestión de residuos.

Entre otros, el autor hace palpable el pulso entre el peso de las acciones individuales frente al de las decisiones corporativas o al que podrían tener políticas ambiciosas de prevención, con ejemplos concretos que abordan la historia del reciclaje y su instalación en el imaginario colectivo como solución a los problemas causados por un modelo de producción y consumo cada vez más centrado en productos de usar y tirar.

El libro nos va presentando cómo medidas que pueden parecer maravillosas para evitar la exportación de contaminación de unos países a otros tienen consecuencias significativas sobre las economías locales, la forma de producir y consumir o la generación de residuos en los lugares a los que, supuestamente, podrían beneficiar. Propuestas bienintencionadas en origen tienen impactos complejos que merecen análisis detallados y requerirían de la implicación de todas las partes afectadas.

Sin olvidar que el reciclaje (por defectuoso que sea en algunos casos) es la mejor opción para deshacernos de las cosas que no queremos (y que ya no podemos reutilizar o arreglar), el autor recuerda ejemplos históricos que ponen en evidencia la falta de implicación de algunas instituciones e industrias al respecto, desde campañas de recolección de chatarra en la Segunda Guerra Mundial que acumulaban materiales para los que no había salida, a las promesas incumplidas de Coca – Cola; o la estrategia de Keep America Beautiful para desviar la atención desde la responsabilidad corporativa a la iniciativa individual.

El análisis de varios de los flujos de residuos lleva al autor a visitar grandes vertederos del Sur Global en los que se acumulan los restos que exportamos, unas veces como productos de segunda mano, otras como material reciclable, cuando no directamente de forma ilegal, desde los países del norte. Con una reflexión común: la necesidad de que los sistemas de responsabilidad ampliada del productor lleguen hasta esos lugares donde realmente terminan los materiales que justifican su existencia.

La distribución de costes es una cuestión permanente a lo largo del libro. Tanto en términos de daños ambientales o de salud por exposición a contaminantes, como en relación a oportunidades de negocio, trabajo informal o formas de voluntariado que, si bien sirven para reducir el despilfarro o evitar impactos al entorno, engrosan las cuentas de resultados de los responsables que deberían asumir los costes de la gestión de residuos.

Como ejemplo de los esfuerzos que necesitamos para cambiar algunas dinámicas, en el libro se analizan los cambios que requirió le sistema de saneamiento de las grandes ciudades, como Londres, para gestionar las aguas residuales urbanas y su impacto en la salud de sus habitantes. Igualmente se pone de manifiesto la necesidad de mirar más allá de los residuos domésticos y de las modas de residuo cero, comprendiendo el problema de la deslocalización espacial y temporal (antes y después del gesto de consumo) atendiendo a la bomba de relojería que tenemos bajo los cientos de miles de vertederos históricos que hay repartidos por todo el planeta.

También me gustaría reseñar el trabajo de traducción de Daniel Martín Hidalgo, que, a las precisiones sobre el uso de algunos términos hechas por el autor, aporta un trabajo clave para la precisión en el uso del lenguaje en una materia sumamente especializada y compleja. Así como a la corrección de Victoria Parra Ortiz, que entiendo que no ha tenido que ser fácil y es de vital importancia para la agilidad en una lectura como esta.

Sí, no sería yo sin poner alguna pega. En esta ocasión solamente tengo tres. Son detalles sin importancia en el conjunto del libro, pero, para mí, muy ilustrativos de la presión corporativa y la desinformación que existe en relación con los residuos y los impactos de la industria de usar y tirar. De cómo maneja ese sentimiento de culpa y nos tiende trampas sobre la responsabilidad individual de cada persona.

Dos son manías personales: discrepo amargamente sobre un posicionamiento en relación a la utilizad de los códigos de identificación de los materiales de envase; y -salvo situaciones concretas que me han manifestado varias personas que leen este blog- sigo pensando que no es una buena idea fregar los envases que vas a reciclar.

La tercera tiene que ver con bolsas de tela y un dato sobre el número de veces que tenemos que utilizarlas para ser un buen sustituto de las bolsas de plástico. Lo firme quien lo firme, el análisis de ciclo de vida que se cita para ese dato es más que cuestionable.

Por lo demás, me ha parecido una lectura muy interesante para cualquier persona. Tanto si crees que unir los tapones a las botellas de plástico es una chorrada impuesta por la dictadura woke, como si tienes curiosidad por saber qué pasa con las cosas que ya no utilizas cuando las dejas en el contenedor. Tanto si sufres de ecoansiedad como si erres terraplanista. Especialmente si trabajas en el sector o tienes poder en la toma de decisiones en materia de residuos, sea en la Administración o en el ámbito corporativo. Pero también como persona que habitas un planeta en el que los residuos están por todas partes: desde el fondo del océano al aire que respiras y la sangre que circula por tus venas.

“Vertedero” no es un manual técnico de residuos, ni un alegato sobre el fin del mundo. Es un relato humano con las vivencias de las personas que lidian con todo lo que tiramos. Nos acerca las historias de Compost John, nos lleva a pasear Kantamanto con Yayra y Kwamena o conocer Agbogbloshie con Evans.

Recopila sus puntos de vista sobre los desafíos que genera nuestra basura, los límites del reciclaje, las oportunidades de mejora de los sistemas de tratamiento de residuos y la importancia de entender que el vertedero “es un experimento muy largo que aún no hemos finalizado”.

2 respuestas a «Vertedero de Oliver Franklin-Wallis»

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