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Consumo sostenible

Microplásticos en el semen y los ovarios.

Los hay por todas partes. Cada vez que una nueva investigación los busca los encuentra. Esta vez en líquido folicular y líquido seminal. Lo publica un grupo de investigadores encabezado por Emilio Gómez-Sánchez en Unveiling the hidden danger: detection and characterisation of microplastics in human follicular and seminal fluids.

El estudio evalúa muestras de 25 mujeres y 18 hombres, pacientes y donantes de tratamientos de fertilidad, en las que han encontrado una amplia gama de plásticos, incluyendo poliamida (PA), politetrafluoroetileno (PTFE), polietileno (PE), poliuretano (PU), polipropileno (PP), tereftalato de polietileno (PET), poliestireno (PS), policloruro de vinilo (PVC) y ácido poliláctico (PLA). Tenemos de todo: desde el teflón de las satenes y los cazos de la cocina al filamento de la impresora 3D del instituto de tus hijos. Sin olvidar el material de las botellas de refresco o las fibras para ropa sintética. El resultado está en la línea de investigaciones previas sobre la presencia de plástico en testículos.

Es algo que está más estudiado en ratones, pero la misma publicación recoge otro trabajo que relaciona la exposición a microplásticos con la movilidad del espera humano y la integridad del ADN. Sí, contamos con evidencias de que la presencia de microplásticos en el aparato reproductor tiene consecuencias para la fertilidad.

Acumulamos evidencias suficientes para afirmar que los microplásticos no son inocuos para la salud. Entran en nuestro organismo con los alimentos, las bebidas e incluso en el aire que respiramos. Algunos migran a nuestro torrente sanguíneo y se acumulan en distintos lugares. Las gónadas, los pulmones, e incluso el cerebro.

Y estos descubrimientos nos llevan a otra cuestión importante a la hora de abordar el problema: cuando alguien afirma que no hay riesgo, que igual que entran salen, miente a sabiendas.

A estas alturas sabemos que el plástico y sus fragmentos pequeños, micro y nano, son una amenaza creciente para nuestra salud. El drama es que vamos tarde y que el daño se va produciendo día a día. En vez de aplicar el principio de precaución y reducir drásticamente su uso, por ejemplo allí donde el material pueda reemplazarse por otros menos perjudiciales, seguimos fomentando su consumo.

Hay evidencias de que las partículas de plástico pueden causar daños físicos en nuestro organismo. De que actúan como transporte para patógenos. También de que los químicos que se liberan desde esas partículas tienen, entre otros, efectos de disrupción endocrina que causan enfermedades en personas adultas y alteraciones en el desarrollo embrionario o en el crecimiento de los niños. Y sabemos que las sustancias plastificantes son bioacumulables y se biomagnifican, como se ha visto en estudios con especies de tortugas.

Desde la clínica de fertilidad en la que trabajan la mayoría de los autores del estudio llaman a la prudencia y dicen que no hay que alarmarse por su resultado. Y es cierto, hay que seguir investigando.

Faltan estudios y evidencias, entre otras cosas, porque somos la primera generación en contacto permanente con plásticos. Todavía no ha pasado un siglo desde que empezásemos a utilizar el plástico para envasar alimentos o vestirnos todos los días.

Para cuando queramos saber cómo afecta a la salud de una persona estar expuesta a microplásticos y plastificanes desde el útero materno hasta su vida adulta será demasiado tarde. Incluso si hoy mismo redujésemos drásticamente el consumo de plástico, todo el que estamos liberando en los ecosistemas que nos dan de comer va a seguir allí, liberando microplásticos y plastificantes, durante generaciones de personas que estarán expuestas a sus efectos.

¿Qué podemos hacer? Recordar que el uso mayoritario del plástico que se produce a nivel mundial son los envases de usar y tirar. Y que de esos envases de plástico de usar y tirar solamente una pequeña parte se recupera para reciclaje.

Sería muy interesante reducir la cantidad de plástico que dedicamos a ropa que podríamos hacer con fibras naturales. Dejar de utilizar envases de usar y tirar para todo aquello que podría ir en vidrio reutilizable. Urge tomar medidas estrictas para garantizar que la recogida de envases cumple sus objetivos.

Y no desmoralizarse ante las dimensiones del desafío: cada gesto individual cuenta. Y mucho. Independientemente de lo que haga tu gobierno bajo las presiones de las grandes corporaciones o de lo que contaminen los más ricos, cada cosa de plástico que desaparece de tu cocina son menos plásticos y plastificantes en tu propio organismo. No te digo que salgas corriendo a por una espumadera nueva, pero cuando se te rompa esa que tienes busca una que no sea de plástico. Por tu salud y por la de mis hijos.

Referencia:

E Gomez-Sanchez, R M Peñalver-Soler, N Almunia, M C Pérez-Álvarez, M D Luque, N Campillo, A Flores Monreal, N Arroyo-Manzanares, Y Ruiz-Moreno, R Jiménez, A M Villaquirán, J Mendiola, P Viñas, O-280 Unveiling the hidden danger: detection and characterisation of microplastics in human follicular and seminal fluids, Human Reproduction, Volume 40, Issue Supplement_1, June 2025, deaf097.280, https://doi.org/10.1093/humrep/deaf097.280

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